El valor de Luna
Había una vez en un hermoso bosque, un grupo de aves coloridas y brillantes que vivían felices entre los árboles. Todas eran admiradas por su belleza y elegancia, excepto una pequeña ave llamada Luna.
Luna había tenido un desafortunado encuentro con residuos químicos negros que la habían dejado con plumas opacas y sin brillo. Las otras aves se burlaban de Luna y no querían estar cerca de ella.
"-¡Mira a esa ave sucia y fea! ¡No debería estar aquí con nosotras!", decían maliciosamente las aves hermosas. Un día, mientras el sol brillaba en lo alto del cielo azul, de repente se formó un oscuro tornado que amenazaba con destruir el bosque.
Las aves bonitas entraron en pánico y volaron rápidamente en busca de refugio, dejando atrás a Luna, quien estaba sola y asustada. "-¿Por favor, déjenme entrar! ¡Tengo miedo!" -llamó Luna a las otras aves desde afuera de sus nidos.
Pero las aves rechazaron ayudar a Luna debido a su apariencia descuidada. "-¡No te queremos cerca! ¡Eres diferente a nosotros y no mereces nuestro refugio!" -respondieron fríamente desde adentro.
Luna sintió tristeza al ser rechazada una vez más, pero decidió buscar protección por sí misma. Se refugió debajo de unas ramas caídas mientras el tornado azotaba el bosque con fuerza. La lluvia golpeaba fuertemente su cuerpo cubierto de químicos negros, pero ella se mantuvo firme y valiente.
Después de horas interminables, la tormenta finalmente pasó. Las otras aves salieron tímidamente de sus escondites para ver cómo había quedado el bosque.
Para su sorpresa, encontraron a Luna parada en medio del claro; aunque empapada en residuos químicos negros, estaba ilesa. "-¡Luna! ¡Estás viva!" -exclamaron las otras aves asombradas al verla salir del desastre sin ningún rasguño. Luna miró a sus compañeras con una sonrisa amable y les dijo: "-A veces la verdadera fortaleza viene desde adentro.
No importa cómo luzcamos por fuera; lo importante es ser valientes y solidarios cuando más se necesita. "Las demás aves se sintieron avergonzadas por haber juzgado tan duramente a Luna solo por su apariencia externa.
Se acercaron lentamente hacia ella para ofrecerle ayuda e incluso le pidieron disculpas por haberla discriminado injustamente.
Desde ese día en adelante, todas las aves del bosque aprendieron la valiosa lección que Luna les enseñó: nunca juzgar a alguien por su aspecto exterior o tratarlos mal solo porque son diferentes. Aprendieron a valorar la verdadera bondad y coraje que hay dentro de cada uno, sin importar cómo luzcan por fuera.
Y así, juntas construyeron un nuevo hogar donde todas eran bienvenidas y respetadas por igual; demostrando que la verdadera belleza radica en el corazón noble y generoso que late dentro de cada ser vivo en este mundo maravilloso.
FIN.