El valor de Mateo


Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo. Mateo era un niño muy especial, tenía una discapacidad que le dificultaba caminar y hablar correctamente.

Pero eso no lo detenía, siempre tenía una sonrisa en su rostro y muchas ganas de aprender y explorar el mundo. Desafortunadamente, la familia de Mateo no entendía su discapacidad y pensaban que era mejor abandonarlo.

Un día, mientras dormía plácidamente en su cama, escuchó ruidos extraños afuera de su casa. Se asomó por la ventana y vio a sus padres subirse a un auto y alejarse sin mirar atrás. Mateo se sintió triste y confundido. No entendía por qué lo habían dejado solo.

Pasaron días enteros sin comida ni atención hasta que finalmente alguien se dio cuenta de su situación. Doña Rosa, una amable vecina del pueblo, fue quien encontró a Mateo llorando solo en su casa.

Sin dudarlo un segundo, Doña Rosa decidió llevarlo a vivir con ella. Desde ese momento, la vida de Mateo cambió para mejor. Doña Rosa lo cuidaba como si fuera su propio hijo e hizo todo lo posible para ayudarlo a superar sus dificultades físicas.

Lo llevaba a terapia regularmente y nunca dejaba que se sintiera diferente o menos capaz. Un día, mientras paseaban por el parque del pueblo, Mateo vio a varios niños jugando fútbol.

Su corazón se llenó de emoción al verlos correr y divertirse tanto. "Doña Rosa, ¿puedo jugar también?", preguntó emocionado. Doña Rosa sonrió y le dijo: "Por supuesto, Mateo. No hay límites para lo que puedes lograr". Mateo se unió al juego con entusiasmo.

Aunque su discapacidad dificultaba su movilidad, no se rindió. Con cada intento, mejoraba poco a poco. Los otros niños lo animaban y celebraban cada vez que lograba patear la pelota.

Poco a poco, todos los niños del pueblo comenzaron a conocer a Mateo y aceptarlo tal como era. Descubrieron que tenía una gran imaginación y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Un día, el pueblo organizó un festival en honor a la inclusión y la diversidad.

Mateo fue invitado como invitado de honor debido a su valentía y determinación para superar cualquier obstáculo. En el festival, Mateo subió al escenario frente a toda la comunidad.

Miró hacia el público con confianza y habló:"Quiero decirles algo muy importante", comenzó Mateo emocionado-. "No importa nuestras diferencias o nuestras dificultades, todos tenemos habilidades únicas que nos hacen especiales. Yo estoy aquí hoy para recordarles que nunca deben rendirse y siempre deben creer en sí mismos".

Las palabras de Mateo resonaron en los corazones de todos los presentes. El pueblo aplaudió emocionado mientras él recibía una medalla por su valentía y perseverancia.

A partir de ese día, Mateo se convirtió en un modelo a seguir para muchos niños del pueblo. Se dio cuenta de que su discapacidad no definía quién era él; sus acciones y actitudes eran las que realmente importaban.

Y así, Mateo vivió feliz junto a Doña Rosa y se convirtió en un ejemplo de superación y amor para todos. Su historia nos enseña que no importa cuáles sean nuestras dificultades, siempre podemos encontrar la fuerza para seguir adelante y alcanzar nuestros sueños.

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