El valor de Mateo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy inteligente y curioso, siempre estaba buscando respuestas a todas sus preguntas y aprendiendo cosas nuevas cada día.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Mateo escuchó a su mamá llamarlo desde lejos. Corrió hacia ella y notó que tenía una expresión seria en el rostro. "Mateo, necesito que me ayudes en casa hoy.
Hay muchas tareas por hacer y tu papá también necesita ayuda en el jardín", dijo su mamá con calma pero firme.
Mateo frunció el ceño, no quería dejar de jugar con sus amigos, pero sabía lo importante que eran las responsabilidades en casa. Asintió con la cabeza y se despidió de sus amigos prometiendo volver al parque al día siguiente.
Al llegar a casa, Mateo se puso manos a la obra ayudando a su mamá con las tareas del hogar. Luego fue al jardín donde su papá le enseñó cómo cuidar las plantas y regarlas correctamente. A pesar de que estaba cansado, Mateo siguió adelante con una sonrisa en el rostro.
Pasaron los días y Mateo continuaba ayudando a sus padres en casa sin protestar ni hacer berrinches. Sus padres estaban muy orgullosos de él por ser tan obediente y responsable.
Una tarde, mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, Mateo vio un conejito atrapado en una red tendida por cazadores furtivos. Sin dudarlo un segundo, corrió hacia allí para liberar al conejito. "¡Mateo! ¡Espera!", gritaron sus padres preocupados.
Pero ya era demasiado tarde, los cazadores aparecieron de entre los árboles amenazando a Mateo. Sin embargo, gracias a su valentía e inteligencia logró despistarlos y escapar junto al conejito sano y salvo. Al llegar a casa, sus padres lo abrazaron emocionados pero preocupados por lo ocurrido.
"Mateo, entendemos que querías ayudar al conejito, pero debiste esperarnos para actuar juntos", dijo su papá seriamente. Mateo bajó la mirada avergonzado por haber desobedecido a sus padres.
Entendió que la obediencia no solo era importante para cumplir con las responsabilidades diarias sino también para mantenerse seguro ante situaciones peligrosas. Desde ese día, Mateo siguió siendo un niño inteligente y valiente; pero ahora también era consciente de la importancia de obedecer a sus padres para protegerse a sí mismo y a quienes amaba.
Y así, Mateo creció convertido en un joven responsable y respetuoso que siempre recordaba la lección aprendida: la obediencia es fundamental para vivir una vida plena y segura.
FIN.