El valor de Mateo



Mateo era un niño alegre y curioso, pero había algo que lo diferenciaba de sus compañeros: su hidrocefalia congénita.

Esto provocaba que su cabeza fuera un poco más grande de lo normal, lo que a veces llamaba la atención de otros niños. Al principio, Mateo no entendía por qué algunos se burlaban de él, pero con el tiempo, comenzó a sentirse triste y solo. - '¿Por qué se ríen de mí?', se preguntaba.

La mamá de Mateo, Carlota, notó el cambio en su hijo y decidió hablar con él. - 'Mateo, las personas a veces no entienden las diferencias, pero eso no significa que esté mal ser diferente.

Tú eres especial y único, y eso te hace maravilloso', le dijo cariñosamente. Las palabras de su mamá le dieron fuerzas a Mateo, quien decidió enfrentar las burlas con valentía y comprensión. Un día, mientras jugaba en el parque, conoció a Lucas, un niño que compartía su amor por los dinosaurios.

A partir de ese momento, Mateo encontró en Lucas un amigo incondicional, alguien que no lo juzgaba por su apariencia. Juntos, vivieron aventuras y se apoyaron mutuamente.

La amistad de Lucas le dio a Mateo la confianza para hablar con sus compañeros y explicarles lo que significaba su enfermedad. Con el tiempo, la burla cesó y Mateo se sintió más aceptado. Sin embargo, su hidrocefalia le causaba dolores de cabeza y dificultades para concentrarse en la escuela.

Carlota, preocupada por su hijo, decidió llevarlo al médico. Tras varias consultas, los doctores determinaron que Mateo necesitaría una operación. A pesar del miedo, Mateo se mostró valiente y decidido. La operación fue un éxito, y poco a poco, Mateo comenzó a recuperarse.

Con el tiempo, pudo volver al parque a jugar con Lucas, correr y reír sin dolores. La valentía y determinación de Mateo lo llevaron a superar los desafíos que la vida le presentó.

La amistad, el amor de su familia y su propia fortaleza lo ayudaron a encontrar la felicidad. Y aunque la hidrocefalia nunca desaparecería por completo, Mateo aprendió a vivir con ella, sin permitir que definiera quién era.

Ahora, Mateo es un niño feliz que disfruta cada momento, agradecido por la vida y por todos los amigos que lo acompañan en su camino.

FIN.

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