El valor de mi nombre


Había una vez un niño llamado Mateo, que tenía 5 años y estaba muy curioso por saber por qué era tan importante aprender a escribir su nombre propio.

Un día, mientras jugaba en el patio de su casa, se acercó a su mamá y le preguntó:- Mamá, ¿por qué es tan importante saber escribir mi nombre? Su mamá sonrió y lo tomó de la mano. "Ven conmigo, Mateo", dijo.

Lo llevó hasta la mesa del comedor donde había hojas de papel y lápices de colores. - Mira, Mateo -dijo su mamá-, tu nombre es como tu identidad. Es lo que te hace único y especial.

Saber escribirlo te ayudará a comunicarte con los demás, a identificar tus cosas y a sentirte orgulloso de quién eres. Mateo asintió con curiosidad. Tomó un lápiz azul y comenzó a trazar las letras de su nombre en una hoja en blanco: M-A-T-E-O.

- ¡Qué bien lo estás haciendo! -exclamó su mamá-. Verás cómo poco a poco irás mejorando y podrás escribirlo sin ayuda. Desde ese día, Mateo se dedicó a practicar todos los días escribiendo su nombre en diferentes colores y tamaños.

Le pedía a su mamá que le dictara las letras para asegurarse de no olvidar ninguna. Un mes después, Mateo ya podía escribir su nombre sin dificultad. Estaba tan emocionado que corría por toda la casa mostrándole a cada uno sus escritos.

Un día, al salir al parque con su familia, Mateo encontró un juguete abandonado en el césped. En lugar de quedárselo como muchos niños hubieran hecho, decidió buscar al dueño para devolvérselo.

- ¡Hola! -dijo Mateo acercándose a un grupo de niños-. ¿Alguien perdió este juguete? Los niños se miraron sorprendidos y uno de ellos asintió tímidamente. Era un niño más pequeño que había estado llorando desconsoladamente por haber perdido su pelota favorita.

El niño le dio las gracias efusivamente mientras los padres observaban la escena con admiración. - Eres muy amable por devolverle el juguete -dijo la mamá del niño-. ¿Cómo te llamas? Mateo sonrió orgulloso y respondió: "Me llamo Mateo".

Señalando al papel que siempre llevaba consigo donde había escrito su nombre repetidas veces. Los padres sonrieron ante aquella muestra de generosidad e iniciativa por parte del pequeño Mateo.

Comprendieron entonces la importancia no solo de saber escribir el propio nombre sino también del valor intrínseco que esto representaba: respetar la identidad propia y ajena, ser capaz de comunicarse efectivamente e incluso hacer felices a otros siendo amable y solidario.

Desde ese día, todos en el barrio conocieron al valiente niño llamado Mateo quien supo demostrarles con hechos simples pero significativos cuán importante puede ser algo tan básico como saber escribir tu propio nombre.

Dirección del Cuentito copiada!