El valor de Natalia
Natalia estaba acostada en su cama, tratando de dormir, cuando unos ruidos extraños la despertaron. Se levantó de un salto y se quedó quieta, tratando de identificar el origen del sonido.
Pero no pudo encontrar nada fuera de lo común. -¿Mamá? -preguntó Aylin desde su habitación-, ¿estás bien? -Sí, cariño -respondió Natalia con una sonrisa forzada-. Solo fue un ruido extraño. Pero mientras volvía a su cama, los ruidos continuaron.
Esta vez eran más fuertes y parecían venir del sótano. Natalia sintió un escalofrío recorrerle la espalda. -Debo proteger a mis hijas -pensó para sí misma-. ¡No puedo dejar que algo les pase! Con valentía, Natalia bajó las escaleras hacia el sótano.
Las luces estaban apagadas y todo estaba en silencio. Pero entonces escuchó otro ruido extraño que venía desde una esquina oscura. -¿Quién está ahí? -preguntó con voz temblorosa.
Para su sorpresa, apareció Luján gateando hacia ella con una sonrisa dulce en la cara. -Ah... eras tú -suspiró Natalia aliviada-. Gracias por hacerme sentir mejor, mi pequeña guerrera. De repente se dio cuenta de algo: sus miedos habían estado jugando con ella toda la noche.
Los ruidos no eran más que la casa moviéndose por el viento o animales callejeros buscando refugio en el sótano. -Debo dejar de tener miedo -pensó Natalia-. No puedo dejar que esto me controle.
Con esa idea en mente, subió las escaleras y se acostó junto a sus hijas. Aylin estaba despierta todavía, mirando hacia la ventana. -Mamá, ¿por qué tienes miedo? -preguntó Aylin con curiosidad. -Bueno, cariño -respondió Natalia suavemente-, todos tenemos miedos a veces.
Pero eso no significa que debamos dejar que nos controlen. Debemos encontrar el coraje para enfrentarlos y superarlos. Aylin asintió con la cabeza, comprendiendo lo que su madre quería decir.
Y juntas se quedaron dormidas, protegidas por el amor y la valentía de Natalia.
FIN.