El valor de pedir ayuda
Era un día como cualquier otro en la vida de las mellizas, Martina y Sofía.
Se despertaron temprano para ir al colegio, pero algo no estaba bien: Martina tenía un fuerte dolor de panza que no la dejaba moverse con normalidad. - Sofía, me duele mucho la panza - dijo Martina con una mueca de dolor. - ¿Querés que le avisemos a mamá? - preguntó Sofía preocupada.
- No, mamá está apurada porque tiene una reunión importante en el trabajo. Vamos al colegio y después vemos qué hacemos - respondió Martina tratando de disimular su malestar. Las dos hermanas se pusieron sus uniformes escolares y salieron hacia el colegio caminando juntas.
Sin embargo, el dolor de panza de Martina empeoraba por momentos y ella comenzó a sentir náuseas. Cuando llegaron al colegio, las mellizas se dirigieron directamente a la enfermería para pedir ayuda.
La enfermera les dio unos medicamentos para calmar el dolor de panza de Martina y les sugirió que llamen a su mamá para que venga a buscarlas. Sofía llamó a su mamá desde el teléfono del colegio pero ella no contestaba.
Entonces decidió llamar a papá, quien trabajaba toda la semana afuera pero siempre estaba disponible cuando lo necesitaban. - Papá, es Sofi - dijo con voz temblorosa -. Martu tiene mucho dolor de panza y mamá no nos atiende el teléfono.
¿Podrías venir a buscarnos? - Claro hija, voy enseguida - respondió papá con su voz tranquilizadora. Mientras esperaban a papá, las mellizas se sentaron en la enfermería y comenzaron a hablar sobre lo que estaba sucediendo.
Sofía le preguntó a Martina si había comido algo raro o si se había lastimado durante el fin de semana, pero ella no recordaba nada fuera de lo normal. De repente, llegó papá y las mellizas corrieron hacia él para abrazarlo fuerte.
Él les preguntó qué había pasado y ellas le explicaron todo con lujo de detalles. Papá escuchó atentamente y luego les dijo:- Chicas, aunque mamá esté trabajando o yo esté afuera por trabajo, siempre estamos disponibles para ustedes.
No importa la hora ni el lugar, ustedes pueden llamarnos cuando necesiten ayuda o simplemente quieran hablar. Las mellizas sonrieron aliviadas al escuchar esas palabras reconfortantes de su papá. Juntos salieron del colegio y fueron directo al médico para hacerle una revisión completa a Martina.
Al final resultó que Martina tenía una pequeña infección en el estómago que podía ser tratada fácilmente con unos medicamentos recetados por el médico.
Las mellizas volvieron a casa felices sabiendo que habían hecho lo correcto al pedir ayuda cuando la necesitaban. A partir de ese día, las mellizas aprendieron una valiosa lección: nunca hay que tener miedo o vergüenza de pedir ayuda cuando uno la necesita.
Y también entendieron que siempre pueden contar con sus padres sin importar dónde estén o qué estén haciendo.
FIN.