El Valor de Sara
Era un lunes soleado en la escuela primaria San Martín. Sara, una chica de 12 años con grandes sueños y un corazón enorme, caminaba por los pasillos con su mochila en la espalda. Sin embargo, su sonrisa se desvanecía cada vez que veía a un grupo de chicos riéndose de ella.
"Mirá a la friki de Sara, ¿viene a hacer deberes o a qué?" - gritó Marco, el chico más popular del grado.
Sara agachó la cabeza y se apresuró a entrar a su salón. A pesar de que era una alumna excelente y le encantaba leer, su pasión no parecía ser valorada por sus compañeros.
Los días pasaban, y los comentarios hirientes de Marco y sus amigos se volvían más crueles. Sara sentía que no podía más.
Una tarde, mientras estaba en su habitación leyendo su libro favorito de aventuras, escuchó un ruido en el patio. Miró por la ventana y vio a su vecino Mateo, un niño de su misma edad, atrapado en un árbol.
"¡Ayuda! No puedo bajar!" - gritó Mateo, asustado.
Sin dudarlo dos veces, Sara salió corriendo.
"No te preocupes, Mateo, yo te ayudo" - le dijo mientras trataba de calmarlo.
Cuando llegó al árbol, vio que no había forma de que él baje solo. Entonces, tuvo una idea brillante.
"Voy a buscar una escalera, espérame aquí" - exclamó.
Sara corrió a su casa y regresó con una escalera. Con mucho cuidado y las instrucciones de Sara, Mateo pudo finalmente bajar.
"¡Gracias, Sara! Eres una heroína" - dijo Mateo, muy agradecido.
Sus ojos brillaban de admiración. En ese momento, Sara se sintió especial, como si realmente hiciera algo importante.
Días después, Mateo se sentó junto a Sara en el almuerzo. "¿Sabes? Siempre me pareces muy valiente. ¿Por qué no te unes a nuestro grupo de actividades después de clase?" - le preguntó.
Sara se quedó sorprendida. "¿De verdad? Pero… no sé si a los otros les gustará..." - respondió, dudando.
"No importa lo que piensen. Yo creo en ti. Y tengo la sensación de que juntos podríamos hacer algo genial!" - insistió Mateo.
Esa misma tarde, Sara decidió asistir a la primera reunión del grupo. Al llegar, Marco estaba allí, pero esta vez, tenía una actitud diferente.
"Sara, ¿te gustaría participar en un proyecto de ciencias?" - le preguntó, con una sonrisa sincera.
Sara no podía creer lo que escuchaba. "Claro, me encantaría!" - exclamó, dejando de lado sus miedos por un momento.
Con el paso del tiempo, Sara comenzó a ganar más confianza. El grupo del que formaba parte, comenzó a llevar a cabo un proyecto sobre el medio ambiente, y todos colaboraban. Marco, que había sido el principal acosador, empezó a cambiar su comportamiento.
Una tarde, mientras trabajaban en un cartel para concientizar sobre el reciclaje, Marco se acercó a Sara.
"Oye, lamento lo que hice antes. No sabía lo afectada que estabas. Estoy intentando mejorar.¿Podrías darme algunos tips sobre ciencia? Me gustaría aprender más" - admitió.
Sara, que nunca imaginó que esto sucedería, lo miró con un gesto comprensivo.
"Está bien, Marco. Todos podemos cambiar. Te ayudaré con mucho gusto" - le respondió.
Juntos, trabajaron arduamente en el proyecto y encontraron en medio de sus diferencias, un camino a la amistad. Sara aprendió que aún en los momentos oscuros, podía encontrar luz en la bondad y el apoyo de quienes la rodeaban.
Al final del año, la escuela organizó una exposición sobre sus proyectos. Los padres y la comunidad estaban presentes. Sara, junto a su equipo, se sintió orgullosa de lo que habían logrado y, lo más importante, de cómo había cambiado su grupo.
"¡Gracias, Sara! Sin ti, no lo hubiésemos podido lograr!" - dijo Mateo, mientras todos aplaudían.
Sara sonrió, su corazón estaba lleno de alegría. Había sido un viaje difícil, pero había aprendido a levantarse y a encontrar amigos incluso donde menos lo esperaba.
Y así, la historia de Sara, la chica que enfrentó el bullying con valentía, terminó siendo un hermoso relato de amistad, empatía y superación. Nadie debería ser juzgado por ser diferente. Y hoy, todos en su escuela lo entendían mejor gracias a ella.
FIN.