El valor de ser auténtica



Era una vez en un pequeño pueblo de Argentina, vivía Carla, una chica muy linda y amable. Todos los hombres del pueblo querían conquistarla, pero ella no estaba interesada en tener novio por el momento.

Un día, mientras caminaba por la calle, se encontró con Juan, un chico que siempre le había gustado. Él se acercó a ella y le dijo:- Hola Carla, ¿cómo estás? - Hola Juan, estoy bien gracias -respondió Carla sonriendo.

Juan intentó impresionarla con su auto nuevo y sus historias divertidas pero Carla no parecía muy interesada. - Oye Carla -dijo Juan-, ¿te gustaría salir conmigo algún día? Carla pensó en lo que debía responder.

No quería lastimar los sentimientos de Juan, pero tampoco quería salir con él. - Mira Juan -dijo finalmente-, eres un chico muy simpático y agradable pero ahora mismo no busco tener novio. Juan se sintió desanimado al escuchar esto y decidió alejarse de ella.

Pero Carlos sabía que tenía algo especial y no podía dejar de pensar en ella. Mientras tanto, otros chicos del pueblo seguían intentando conquistar a Carla sin éxito alguno.

Pero ella no quería estar con alguien solo porque era popular o guapo; buscaba algo más profundo. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, se encontró con Pedro. Él era diferente a los demás chicos: era amable, inteligente y compartían muchos intereses similares.

Comenzaron a hablar sobre sus pasatiempos favoritos e incluso descubrieron que ambos eran fanáticos de la misma banda de rock. - Carla -dijo Pedro-, me encantaría invitarte a salir algún día, ¿te gustaría? Carla se sintió emocionada por primera vez en mucho tiempo.

Pedro era diferente a los demás chicos que había conocido y ella quería conocerlo mejor. Así comenzó su relación, llena de risas, aventuras y momentos inolvidables.

A medida que pasaba el tiempo, Carla se dio cuenta de lo importante que era ser fiel a sí misma y no dejarse llevar por las expectativas de los demás. Finalmente, Carla entendió que no importa cuántos hombres la quisieran conquistar; solo necesitaba encontrar al correcto para ella.

Y cuando lo hizo, descubrió que todo lo demás simplemente caía en su lugar. La moraleja de esta historia es: sigue tu corazón y nunca te conformes con algo o alguien solo porque parece popular o atractivo.

Busca siempre aquello que te haga feliz y nunca pierdas la esperanza de encontrarlo.

FIN.

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