El Valor de Ser Diferente



Ema era una niña muy especial. Desde pequeña, le habían fascinado los animatrónicos y los monstruos. Le encantaba disfrazarse como ellos y jugar a ser uno de ellos.

Su personaje preferido era el oso Fredy, un osito de peluche gigante que solía aparecer en las películas de terror. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Ema se encontró con un grupo de niños mayores que se burlaron de ella por su disfraz.

"¡Mira esa niña tonta! ¿Por qué está vestida como un oso?" se rieron. Ema se sintió muy triste y avergonzada por la reacción de los niños mayores. Se quitó su disfraz y corrió a casa llorando.

Cuando llegó a casa, su mamá la encontró llorando en su habitación. "¿Qué pasa, mi amor? ¿Por qué estás tan triste?" preguntó su mamá.

Ema explicó lo que había pasado en el parque y cómo los niños mayores se habían burlado de ella por su disfraz. Su mamá la abrazó fuerte y le dijo: "No te preocupes cariño, tú eres única y especial tal como eres.

""Lo sé mamá," respondió Ema entre sollozos, "pero me duele que no me acepten por ser diferente. "Su mamá le secó las lágrimas y le contó la historia del oso Fredy.

Le dijo que aunque muchas personas tenían miedo del oso Fredy porque parecía un monstruo, él tenía un corazón amable y siempre quería hacer feliz a los demás. "¿De verdad mamá? ¿El oso Fredy es amable?" preguntó Ema sorprendida. "¡Claro que sí! Y tú también eres amable y especial, Ema.

No dejes que nadie te haga sentir mal por ser diferente. Sigue siendo tú misma y verás cómo encontrarás a personas que te acepten tal como eres. "Ema se sintió mucho mejor después de hablar con su mamá.

Decidió ponerse su disfraz del oso Fredy otra vez y salir al parque para jugar con sus amigos. Esta vez, cuando los niños mayores la vieron, no dijeron nada malo. Al contrario, algunos de ellos se acercaron a ella curiosos por saber más sobre su disfraz.

"¡Guau! ¡Eres como un personaje de película!" exclamó uno de los niños mayores. Ema sonrió feliz y comenzó a jugar con sus amigos, demostrando que ser diferente era algo maravilloso y divertido.

Desde ese día en adelante, Ema siguió disfrutando de sus disfraces y jugando como el oso Fredy sin importar lo que otros pensaran. Ella sabía que era única e irrepetible, igual que todos en este mundo.

FIN.

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