El valor de ser diferente



Había una vez en un hermoso campo cerca de un lago, una patita negra llamada Lila.

Lila vivía con sus padres y sus hermanos en un pequeño nido, pero a pesar de ser muy buena y cariñosa, siempre la humillaban por su color diferente.

Un día, Lila decidió que ya no podía soportar más las burlas y los malos tratos, así que tomó la valiente decisión de irse de su hogar en busca de un lugar donde pudiera ser aceptada tal como era. Con lágrimas en los ojos y el corazón apretado, emprendió su viaje sin rumbo fijo. Después de caminar largo rato, llegó a un bonito estanque donde se encontraba un grupo de patitos jugando alegremente.

Al ver a Lila tan triste y solitaria, se acercaron amablemente para conocerla. "¡Hola! ¿Cómo te llamas?" -preguntó uno de los patitos con entusiasmo. "Soy Lila", respondió ella tímidamente.

Los patitos notaron la tristeza en los ojos de Lila y decidieron hacerle compañía. Juntos nadaron por el lago, jugaron carreras y contaron chistes hasta que el sol comenzó a ocultarse en el horizonte.

La risa volvió al rostro de Lila gracias a la amistad sincera que había encontrado. Con el paso de los días, Lila se convirtió en parte del grupo inseparable de patitos.

Ellos le enseñaron lo importante que es valorarse a uno mismo por encima del qué dirán y cómo cada uno es especial a su manera.

Un bello atardecer, mientras disfrutaban juntos bajo la luz dorada del sol poniente, uno de los patitos propuso regresar al nido de Lila para enfrentar juntos las dificultades del pasado y demostrarles a sus padres cuánto había crecido y madurado desde su partida. Llena de coraje y confianza gracias al apoyo incondicional de sus amigos patos, Lila regresó finalmente a casa.

Al principio hubo sorpresa e incredulidad al verla volver acompañada por nuevos amigos plumíferos; pero al escuchar cómo habían ayudado a elevar la autoestima de su hija querida, sus padres comprendieron lo importante que era aceptarse mutuamente tal como eran. Desde ese día en adelante, Lila vivió feliz junto a su familia y amigos patitos.

Aprendió que no importa cuál sea tu color o forma exterior; lo verdaderamente valioso está dentro del corazón: amor propio e incondicional hacia uno mismo y hacia quienes nos rodean.

Y así termina esta historia sobre una valiente patita negra llamada Lila quien descubrió que la verdadera belleza reside en aceptarnos tal como somos y encontrar amistades genuinas que nos ayuden a brillar con luz propia. ¡Fin!

FIN.

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