El valor de ser fuerte



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Rica, una sociedad donde los niños varones engordaban mucho para mostrar opulencia. En este lugar, la riqueza se medía por el tamaño y peso de los niños.

Cuanto más grandes fueran, más adineradas eran sus familias. En medio de esta extraña tradición, vivía un niño llamado Mateo. A diferencia de los demás niños, Mateo no tenía interés en ser obeso.

Él soñaba con ser fuerte y ágil como su ídolo deportista, Leo el León. Un día, mientras caminaba por las calles del pueblo, Mateo escuchó a unos chicos hablando sobre un concurso para encontrar al niño más grande y pesado de todos.

El ganador recibiría una gran cantidad de dinero y fama. Intrigado pero decidido a seguir sus propios sueños, Mateo se acercó a la plaza central donde se llevaría a cabo el evento.

Allí encontró a los demás participantes: Lucas, Martín y Tomás; tres niños que estaban orgullosos de su enorme tamaño. El concurso comenzó y uno por uno los niños subieron a la balanza mostrando sus impresionantes cifras en kilogramos.

Pero cuando llegó el turno de Mateo algo inesperado sucedió: la balanza se rompió antes siquiera de que él pudiera subir. La multitud empezó a reírse y burlarse del pequeño Mateo. Sin embargo, él no se dejó desanimar por las risas y decidió hacer algo al respecto.

Mateo recordó que había visto un gimnasio abandonado cerca del bosque encantado. Corrió hacia allí y se encontró con un anciano llamado Don Pedro, quien solía ser un famoso entrenador de deportistas.

Don Pedro le explicó a Mateo que la verdadera riqueza no se encuentra en el tamaño del cuerpo, sino en la salud y la felicidad. Le enseñó ejercicios divertidos y le mostró cómo llevar una alimentación equilibrada. Mateo trabajó duro día tras día siguiendo los consejos de Don Pedro.

En poco tiempo, comenzó a perder peso y ganar fuerza. A medida que su cuerpo cambiaba, también lo hacían las actitudes de los demás hacia él.

El día del gran concurso llegó nuevamente y esta vez Mateo estaba listo para enfrentarlo. Subió a una nueva balanza que había sido traída especialmente para él y todos quedaron asombrados al ver su peso perfectamente saludable.

La multitud aplaudió emocionada mientras el presentador anunciaba a Mateo como el ganador del concurso. Sin embargo, Mateo sabía que había ganado algo mucho más valioso: confianza en sí mismo y la comprensión de que no necesitaba seguir estándares absurdos para ser feliz.

Desde ese día, Villa Rica cambió su forma de pensar sobre la opulencia. Los niños empezaron a valorar la importancia de llevar un estilo de vida activo y saludable en lugar de enfocarse únicamente en su apariencia física.

Y así, gracias al coraje y determinación de Mateo, Villa Rica se convirtió en una sociedad donde ser fuerte era más importante que ser grande; donde los niños podían perseguir sus sueños sin tener que preocuparse por cumplir expectativas irreales.

Y Mateo, convertido en un verdadero héroe para todos los niños del pueblo, siguió practicando deportes y promoviendo un estilo de vida saludable. Juntos, marcaron el comienzo de una nueva era, llena de alegría y bienestar para todos los habitantes de Villa Rica.

FIN.

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