El valor de ser único en Villa Raffo
En la escuela de Villa Raffo, en un salón lleno de risas y juegos, llegó un día Flork, un muñeco muy especial.
Flork era diferente a los demás juguetes: tenía una sonrisa brillante y ojos curiosos que observaban todo a su alrededor. Pero, a pesar de su apariencia feliz, por dentro se sentía preocupado y un poco triste. Al principio, los niños lo miraron con curiosidad.
Algunos se acercaron para saludarlo, mientras que otros lo ignoraron por completo. Flork no sabía qué hacer ni cómo encajar en ese nuevo lugar. Se preguntaba si ser aceptado sería posible. La maestra del salón, la señorita Mónica, notó la mirada preocupada de Flork y decidió intervenir.
Se acercó a él con una sonrisa cálida y le dijo: "¡Hola, Flork! ¡Bienvenido a nuestra escuela! Aquí todos somos amigos y queremos que te sientas como en casa". Flork sintió un pequeño rayo de esperanza en su interior.
Quizás podría encontrar su lugar en ese nuevo mundo después de todo. Los días pasaron y Flork comenzó a abrirse más con sus compañeros.
Descubrió que cada uno de ellos tenía algo especial que ofrecer y que juntos formaban un equipo increíble. Aprendió a jugar al fútbol con Juanito, a dibujar con Martina y a contar chistes con Tomás. Pero no todo fue fácil para Flork.
En ocasiones, algunos niños aún lo excluían o se burlaban de él por ser diferente. En esos momentos difíciles, la señorita Mónica siempre estaba ahí para apoyarlo y recordarle lo valioso que era.
Un día, durante el recreo, Flork vio a Sofía sentada sola en una esquina, con los ojos llenos de lágrimas. Sin dudarlo, se acercó a ella y le tendió una mano amiga. "-¿Qué te pasa Sofía? Pareces triste", preguntó preocupado. Sofía le contó que había perdido su pulsera favorita y estaba muy triste por ello.
Flork secó sus lágrimas con cariño y le dijo: "-No te preocupes Sofía, juntos la encontraremos". Y así fue como iniciaron juntos la búsqueda de la pulsera perdida.
Después de revisar cada rincón del patio sin éxito, Flork tuvo una idea brillante: usar un imán para buscarla entre las hojas del césped. Y ¡voilà! La pulsera apareció ante sus ojos sorprendidos. Sofía saltaba emocionada mientras abrazaba a Flork con fuerza.
"-¡Gracias por ayudarme! Eres el mejor amigo que alguien podría desear", exclamó feliz. Desde ese día, Flork se convirtió en el héroe del salón. Todos valoraban su bondad e ingenio para resolver problemas difíciles.
Y así comprendió que ser diferente no era malo; al contrario ¡lo hacía único! Y tener amigos verdaderos era lo más importante en cualquier aventura escolar.
Flork aprendió muchas lecciones importantes durante su tiempo en la escuela de Villa Raffo: sobre amistad verdadera, solidaridad incondicional y aceptación incondicional hacia los demás tal como son.
FIN.