El valor de ser uno mismo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Luis que se moteaba. Luis era un niño alegre y curioso, le encantaba explorar el bosque cercano a su casa y jugar con sus amigos.

Sin embargo, tenía un problema: siempre se ponía apodos a sí mismo. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Luis tropezó y cayó al suelo. Sus amigos corrieron hacia él preocupados. -¡Luis! ¿Estás bien? -preguntó Martín.

-Sí, solo me tropecé un poco -respondió Luis levantándose del suelo-. ¡Pero qué torpe soy! Martina lo miró seriamente y le dijo:-Luis, siempre te pones apodos negativos a ti mismo. Deberías ser más amable contigo mismo.

Luis se quedó pensativo por un momento. Tenía razón, siempre se criticaba a sí mismo en lugar de ser amable consigo mismo. Decidió hacer un cambio a partir de ese día.

Desde entonces, cada vez que Luis sentía la tentación de ponerse un mote negativo, recordaba las palabras de Martina y cambiaba ese pensamiento por uno positivo. Empezó a decirse cosas como "Soy inteligente", "Soy valiente" o "Soy capaz".

Con el tiempo, Luis notó que su actitud había cambiado completamente. Se sentía más seguro de sí mismo y más feliz. Sus amigos también notaron el cambio y lo felicitaron por ser más amable consigo mismo.

Un día, mientras exploraban el bosque juntos, se encontraron con una ardilla atrapada en una rama alta de un árbol. -¡Pobrecita ardilla! -exclamó Martina-.

¿Qué podemos hacer para ayudarla? Luis miró a la ardilla y recordando todas las veces que se había sentido atrapado por sus pensamientos negativos, decidió actuar sin dudarlo. -Confiad en mí chicos -dijo Luis determinado-. ¡Voy a salvar a esta ardilla! Con valentía y determinación, Luis trepó hasta la rama donde estaba la ardilla y con cuidado logró liberarla.

La ardilla saltó felizmente hacia otro árbol mientras sus amigos lo observaban asombrados. -¡Eres increíble! -exclamaron todos emocionados. Desde ese día, Luis dejó de motearse y aprendió a quererse tal como era: un niño valiente, amable y lleno de amor para dar.

Y así fue como en Villa Feliz todos aprendieron la importancia de tratarse con bondad y amor propio.

FIN.

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