El valor de ser uno mismo


Había una vez en una escuela de un pequeño pueblo, un grupo de niños y niñas que se sentían inseguros y temerosos de expresar sus ideas en clase.

Martín era un niño tímido que siempre se ponía nervioso al tener que hablar frente a sus compañeros. Su amiga Sofía, a pesar de ser muy inteligente, sentía miedo de equivocarse y ser juzgada. Un día, la maestra Laura notó la inseguridad en sus estudiantes y decidió ayudarlos.

-¿Qué les pasa a ustedes chicos? noto que están muy callados y temerosos. - dijo la maestra Laura. Los niños miraron al suelo y nadie respondió. La maestra comprendió que debía ayudarlos a descubrir su valentía.

Entonces, la maestra Laura les contó una historia sobre un sapito llamado Valentín que vivía en un estanque. Valentín era un sapo muy inseguro, siempre se comparaba con los otros sapos y se sentía pequeño e incapaz.

Un día, una rana sabia llamada Doña Rita lo escuchó y le dijo: -Valentín, cada uno de nosotros tiene su propia voz y su propio brillo. No te compares con los demás, descubre tu valor y sé tú mismo.

Con el tiempo, Valentín entendió que era especial tal como era y empezó a cantar con alegría. Los niños escucharon atentamente la historia de la maestra y sintieron que algo dentro de ellos empezaba a cambiar.

A partir de ese día, la maestra Laura les propuso a sus alumnos diferentes actividades para enfrentar sus miedos y fortalecer su autoestima. Poco a poco, Martín se animó a compartir sus ideas en clase, y vio que todos lo escuchaban con atención.

Sofía entendió que cometer errores era parte del aprendizaje, y se atrevió a participar más activamente. Los demás alumnos también se sintieron motivados a ser más valientes y a expresarse con confianza. Con el tiempo, todos descubrieron el valor de ser ellos mismos y la importancia de apoyarse mutuamente.

A medida que avanzaba el año escolar, los niños se convirtieron en un equipo fuerte y seguro, listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

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