El Valor de Ser Uno Mismo



En un pequeño barrio de la ciudad, vivía un joven llamado Lucas, que siempre se sintió un poco diferente a sus amigos. Mientras ellos se aventuraban en el fútbol, él prefería dibujar y soñar con ser un artista famoso. Sin embargo, en su barrio, había un grupo de chicos que formaban una pandilla. A menudo, se burlaban de los demás y parecían tener el poder en el barrio.

Un día, Lucas se encontró con su amigo Julián, que estaba preocupado.

"Lucas, me da miedo caminar solo por la calle. Esos chicos de la pandilla son muy peligrosos".- le dijo Julián, con la voz temblorosa.

"Yo también tengo miedo, pero creo que si me uno a ellos, estaré más seguro".- respondió Lucas, tratando de convencerse a sí mismo.

Así que, impulsado por el miedo y el deseo de pertenecer, Lucas decidió unirse a la pandilla. Al principio, se sintió aceptado y protegido, pero pronto se dio cuenta de que la pandilla no era lo que él esperaba. Los chicos eran agresivos y hacían cosas que lo hacían sentir incómodo.

Un día, mientras estaban reunidos en el parque, uno de los miembros de la pandilla, Maxi, desafió a un grupo de chicos más pequeños. Lucas se sintió horrible y supo que tenía que hacer algo.

"Maxi, no creo que debamos molestar a esos chicos. No está bien".- dijo Lucas, temblando un poco.

"¿Qué decís? Ellos son débiles, solo les estamos mostrando quién manda".- respondió Maxi, riendo.

Con el tiempo, Lucas comenzó a darse cuenta de que ser parte de la pandilla no le estaba brindando la seguridad que había buscado. Un día, decidió dejar la pandilla y buscar la verdadera seguridad en sí mismo.

Salió del parque, sintiéndose aliviado y un poco asustado. Al caminar, se encontró con una anciana que estaba regando sus plantas.

"¿Por qué tan preocupado, joven?".- le preguntó amablemente.

Lucas le explicó todo lo que había estado viviendo.

"Mira, querido. La verdadera fuerza está en ser tú mismo y rodearte de aquellos que te valoran. La seguridad viene de dentro, no de la violencia o el miedo".- le dijo la anciana, sonriendo.

Con esas palabras en mente, Lucas decidió dedicar su tiempo a dibujar y a encontrar amigos que compartieran su pasión. Se inscribió en un taller de arte en el centro cultural del barrio, donde conoció a otros chicos que también amaban el arte. Eran creativos, amables y verdaderamente divertidos.

Un día, mientras pintaban juntos, un chico nuevo llegó al taller. Era un poco tímido, con miedo de ser juzgado.

"Hola, soy Lucas. ¿Quieres dibujar con nosotros?".- le dijo Lucas, extendiendo su mano, como la anciana lo había hecho con él.

"Me llamo Juan y sí, me gustaría".- respondió Juan, sonriendo tímidamente.

A medida que pasaban los días, Lucas y sus nuevos amigos comenzaron a crear murales en el barrio, transformando las paredes grises en coloridas obras de arte. Pronto, otros chicos del barrio comenzaron a acercarse, admirando lo que hacían.

Finalmente, Lucas se dio cuenta de que había encontrado la seguridad que tanto anhelaba, no en la pandilla, sino en sí mismo y en el apoyo de sus amigos. Aprendió que no necesitaba pertenecer a un grupo que lo intimidara, sino encontrar su propio camino.

Un día, mientras admiraban uno de sus murales más grandes, Julián se acercó.

"Lucas, no puedo creer cómo has cambiado. La verdad es que estoy más tranquilo desde que dejaste esa pandilla.".- dijo Julián, sonriendo.

"Yo también, Julián. Me siento feliz de ser quien soy".- respondió Lucas, con una enorme sonrisa, sabiendo que había elegido bien sus amistades.

Y así, Lucas descubrió que la verdadera seguridad estaba dentro de él y en la compañía de aquellos que realmente valoran lo que somos y lo que hacemos. Como una pintura que crece colorida con cada trazo, su vida se llenó de alegría y amistad, dejando atrás el miedo y la inseguridad.

FIN.

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