El Valor de Ser Uno Mismo



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Emily. Tenía el pelo corto y unos ojos marrones que brillaban como el chocolate. Emily era una niña alegre, siempre sonriendo y haciendo nuevas amistades en el patio de la escuela. Tenía un novio, Agustín, quien también tenía ojos marrones y un corazón amable.

Un día, mientras jugaban al fútbol, Emily notó que Agustín la miraba con atención, pero pronto esa atención se desvió hacia su amiga Valeria, que tenía el pelo largo y rizado y una risa contagiosa.

"¡Mirá cómo juega Valeria!" dijo Agustín, señalando.

"Sí, es buena en esto," respondió Emily, tratando de no mostrar su decepción.

Lo que Emily no sabía era que Agustín pasó cada vez más tiempo con Valeria, riendo y compartiendo secretos. Un día, después de clases, Emily escuchó a Agustín decirle a Valeria:

"¡Sos increíble! Deberíamos ser novios."

Emily sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Se sentía triste y olvidada, así que decidió hablar con su amiga Clara.

"Clara, ¿por qué Agustín me eligió a mí y luego se fue con Valeria?" preguntó Emily con lágrimas en los ojos.

"Emily, a veces la gente se deja llevar por lo que parece genial, pero eso no significa que no te valore."

"¿Y qué debo hacer?"

"¡Tienes que mostrarle a todos lo increíble que sos! No dejes que su decisión te haga sentir menos."

Emily tomó unas profundas respiraciones y decidió que la tristeza no la iba a definir. Comenzó a participar en diferentes actividades: se inscribió en clases de arte, se unió al club de lectura y aprendió a jugar al ajedrez. A medida que exploraba sus pasiones, empezó a construir nuevas amistades y su confianza creció.

Un día, mientras practicaba su pintura en el parque, se encontró con Agustín y Valeria.

"¡Hola, Emily! ¿Qué haces?" preguntó Agustín.

"Estoy pintando un mural para el Centro Comunitario," respondió con una sonrisa.

Valeria la miró con admiración.

"¡Es genial! Nunca supe que eras tan talentosa."

Emily se sintió feliz al recibir ese cumplido, pero lo que la sorprendió más fue la actitud que había tomado.

"Gracias, Valeria. Estoy disfrutando mucho de pintar. ¿Te gustaría ayudarme un día?"

"Por supuesto, me encantaría!" respondió Valeria entusiasmada.

Lo que había comenzado como un conflicto se transformó en una amistad inesperada.

Días después, en el mural, Agustín se acercó a ver el progreso.

"La verdad, Emily, me alegra ver cómo has crecido. No sabía que tenías tanto talento."

"Gracias, Agustín. A veces, las cosas no salen como uno espera, pero eso no significa que no se puedan descubrir nuevas oportunidades."

"Tenés razón. Me gustaría apoyarte en el mural, si me dejas."

A partir de ese día, los tres formaron un grupo, pintando, riendo y creando juntos. Emily nunca olvidó cómo se sintió al ser cambiada, pero también aprendió que siempre hay elementos positivos en cualquier situación dolorosa. Ahora, ella valoraba su propio talento y había forjado lazos con sus amigas.

Así, Emily no solo se dio cuenta de que la vida sigue, sino que todo lo que uno necesita está dentro de uno mismo: la creatividad, el valor y la fuerza para seguir adelante, encontrando nuevas amistades y pasiones que la hacer crecer.

Fin.

FIN.

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