El Valor de Ser Uno Mismo



En un colegio de un barrio muy alegre, había un niño llamado Lucas. Lucas era un chico amable, creativo y le encantaba dibujar. Sin embargo, había algo que lo hacía sentir un poco triste: algunos de sus compañeros, liderados por un chico llamado Tomás, solían burlarse de él por su amor al arte.

Una mañana, mientras Lucas estaba dibujando en el patio, escuchó las risas de Tomás y su grupo.

"Mirá al dibujante, ¿qué vas a hacer? ¿Vender tus dibujos en una feria de arte para chicos?" - se burló Tomás, con una sonrisa burlona.

Lucas se sintió muy incómodo y bajó la cabeza, tratando de ocultar sus lágrimas.

Pero había algo en Lucas que lo hacía especial: tenía una gran amiga, Sofía, que siempre lo apoyaba. Ella se acercó a él justo después de la broma.

"No les hagas caso, Lucas. Tus dibujos son hermosos y tú eres un gran artista" - le dijo, animándolo.

"Gracias, Sofía. Pero a veces desearía que no me molestaran tanto" - respondió Lucas, triste.

Sofía pensó en una idea. Decidió organizar un concurso de arte en el colegio para que todos pudieran compartir sus talentos. Pasó días recolectando dibujos y cartas invitando a todos los chicos a participar. Cuando llegó el día del concurso, el patio estaba lleno de color.

Tomás, al ver la cantidad de trabajos expuestos, hizo una mueca de desdén.

"¿Quién se cree este nabo con sus dibujitos?" - murmuró a sus amigos.

Pero Sofía lo escuchó y no se quedó callada.

"Tomás, ¿por qué no te animás a participar? Quizás también tengas un talento que mostrar" - le dijo con firmeza.

Tomás, sorprendido, miró los dibujos. Nunca había pensado en eso.

"Yo no sé dibujar, pero… quizás pueda hacer un mural o algo" - dijo mientras se rascaba la nuca.

Sofía sonrió.

"¡Eso podría ser genial! Todos los talentos son valiosos, Tomás. ¿Qué te parece si colaboramos en eso?" - propuso ella.

Los ojos de Tomás se iluminaron. Trabajar en equipo no sonaba tan mal.

Así que invitó a Lucas a participar en el mural, y muy pronto el trío se encontró trabajando juntos.

"Estás loco, Lucas, con esas ideas" - decía Tomás mientras pintaban.

"Pero es lo que quiero mostrar, Tomás. Vamos a hacer que se vea divertido y colorido" - contestó Lucas con entusiasmo, sintiendo que una nueva amistad comenzaba a florecer.

Después de algunas semanas de trabajo, el mural estuvo terminado. Era una explosión de colores con dibujos alegóricos y personajes fantásticos que representaban la felicidad y la aceptación.

Cuando el mural fue presentado a toda la escuela, todos aplaudieron.

"¡Es increíble!" - gritó un niño de la clase.

Y Lucas al ver a sus compañeros admirar su trabajo, sintió una gran alegría.

Pero lo mejor llegó cuando Tomás se subió al escenario.

"Quiero pedir disculpas a Lucas. Me di cuenta de que lo que hacía no estaba bien y que todos tenemos un talento especial que compartir. A partir de hoy, no volveré a hacer bullying" - anunció, con una sinceridad que sorprendió a todos.

Las palabras de Tomás resonaron en el patio y muchos niños comenzaron a aplaudirlo por su valentía.

"Gracias, Tomás. Eso significa mucho para mí" - dijo Lucas, sonriendo de oreja a oreja.

La situación se tornó aún más divertida cuando Sofía, con una gran sonrisa, dijo:

"Así que, ¿qué les parece si hacemos un club de arte todos juntos, donde puedan venir todos a compartir y aprender?"

Los niños comenzaron a gritar con emoción a la idea, mientras Lucas sentía que había ganado un nuevo amigo y un nuevo comienzo.

Desde aquel día, en lugar de bullying, Lucas y Tomás se convirtieron en grandes aliados, llenando el colegio de colores, risas y creatividad.

Así, Lucas aprendió que ser uno mismo es valioso y que la verdadera amistad puede transformar el dolor en alegría.

FIN.

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