El valor de ser uno mismo



Había una vez una chica llamada Laura, de 25 años, que vivía con su hermana menor, Sofía, de 9 años. A pesar de la gran diferencia de edad, las dos hermanas eran muy unidas y compartían momentos especiales juntas.

Un día, Laura decidió empezar a cuidar a Sofía como si fuera un bebé. Le cambiaba el pañal, le daba su biberón en su regazo y siempre la llevaba en sus brazos.

Además, la acurrucaba en su cuna para dormir y la paseaba en su carriola por el vecindario. Sofía disfrutaba mucho de esta nueva forma de juego con su hermana mayor. Sentirse tan protegida y cuidada le hacía sentir especial y amada.

Pero con el tiempo, comenzaron a surgir algunos problemas. Los amigos de Sofía se burlaban de ella cuando veían a Laura tratándola como un bebé. No entendían por qué una niña grande como Sofía quería ser tratada así.

Esto hizo que Sofía se sintiera triste e incomprendida. Un día, mientras paseaban en la carriola por el parque, Laura notó que algo no estaba bien con Sofía. Su mirada estaba triste y apagada.

Decidida a descubrir lo que pasaba, detuvo la carriola bajo un árbol y se sentaron juntas en un banco. - ¿Qué te pasa, mi pequeña? - preguntó Laura preocupada.

- Los niños del colegio se ríen de mí porque me tratas como un bebé - respondió Sofía entre sollozos. Laura abrazó a Sofía fuertemente y le explicó que lo más importante era ser uno mismo y no dejar que las opiniones de los demás afectaran su felicidad.

Le recordó cuánto la quería y lo especial que era para ella. - No importa lo que digan los demás, tú eres mi hermana pequeña y siempre te amaré sin importar tu edad - le dijo Laura con ternura. Sofía sonrió tímidamente mientras limpiaba sus lágrimas.

Entendió que Laura solo quería cuidarla y hacerla sentir segura, pero también comprendió que ya no necesitaba ser tratada como un bebé. Era hora de crecer y disfrutar de nuevas experiencias.

A partir de ese día, Laura dejó de tratar a Sofía como un bebé y comenzaron a jugar juntas de una manera más adecuada para su edad. Descubrieron nuevos juegos, compartieron secretos e incluso empezaron a cocinar juntas.

Con el tiempo, Sofía se convirtió en una niña fuerte e independiente. Aprendió a valorar la protección y el amor de su hermana mayor, pero también aprendió a valerse por sí misma. Y así, Laura y Sofía siguieron creciendo juntas, enfrentando desafíos y celebrando logros.

Siempre estuvieron ahí la una para la otra, recordándose mutuamente cuánto se amaban. Fin

FIN.

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