El valor de ser uno mismo


Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosas montañas. Sofía era conocida por ser muy amable y generosa con todos los niños del vecindario.

Siempre estaba dispuesta a compartir sus juguetes y hacer nuevos amigos. Un día, mientras caminaba hacia el parque, Sofía vio a un niño llamado Lucas sentado solo en un banco.

Se acercó a él con una gran sonrisa y le preguntó si quería jugar con ella. Lucas miró a Sofía de arriba abajo y respondió con desprecio: "No quiero jugar contigo, tus juguetes son aburridos". Estas palabras hicieron que Sofía se sintiera muy triste y desanimada.

Sin embargo, en lugar de dejar que eso la afectara demasiado, decidió seguir siendo amable e intentar hacer nuevos amigos. Siguió su camino hacia el parque y allí encontró a Martina, otra niña del vecindario.

Martina parecía estar sola también, así que Sofía se acercó a ella y le preguntó si quería jugar juntas. Martina aceptó encantada y ambas comenzaron a divertirse mucho. Durante varios días consecutivos, Sofía disfrutaba de la compañía de Martina en el parque.

Juntas reían, saltaban en los columpios e inventaban historias imaginarias. Un día soleado mientras jugaban al escondite entre los árboles del parque, escucharon unas risitas provenientes de detrás de ellos. Era Lucas junto con otros niños del vecindario observándolas desde lejos.

Sofia no pudo evitar sentirse un poco triste, ya que pensó que tal vez Lucas y los demás niños querían jugar con ellas. Sin embargo, decidió no dejar que eso la desanime y continuó jugando con Martina.

Poco a poco, los demás niños comenzaron a acercarse tímidamente. Sofía les sonrió amablemente y les preguntó si querían unirse a su juego. Para su sorpresa, todos aceptaron encantados. Desde ese día en adelante, Sofía se convirtió en la líder de juegos del parque.

Todos los niños esperaban ansiosos su llegada para poder jugar juntos. La generosidad y amabilidad de Sofía habían ganado el corazón de todos los niños del vecindario. Aprendieron a valorarla por quien era realmente: una niña bondadosa y compasiva.

Sofia aprendió una valiosa lección: aunque algunas personas pueden aprovecharse de tu bondad, siempre hay quienes sabrán apreciarla y valorarte por ser tú mismo.

Y así, Sofia siguió siendo una niña amable y generosa, pero ahora también sabía cómo protegerse cuando alguien intentaba lastimarla. Descubrió que la verdadera felicidad no depende de lo que otros piensen o digan sobre ella, sino de cómo se siente consigo misma. Fin

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