El valor de ser yo mismo


Francisco era un chico muy responsable, siempre hacía sus tareas a tiempo y mantenía su habitación ordenada. Pero un día, mientras caminaba por el parque, vio a una chica que lo dejó completamente enamorado.

- ¡Guau! -dijo Francisco al verla pasar-. Es la chica más hermosa que he visto en mi vida. Pero cuando intentó hablarle, se puso tan nervioso que se trabó y no pudo decir nada. La chica simplemente sonrió y continuó caminando.

Desde ese día, Francisco no podía dejar de pensar en ella. Decidió hacer algo para llamar su atención. Comenzó a practicar deportes para ponerse en forma y mejorar su apariencia física.

También comenzó a leer libros sobre cómo hablar con las chicas sin ponerse nervioso. Un día, mientras caminaba por el mismo parque donde la había visto por primera vez, notó que la chica estaba sentada sola en un banco.

Francisco respiró profundamente y decidió dar el primer paso. - Hola -dijo tímidamente-. ¿Puedo sentarme aquí? La chica sonrió y asintió con la cabeza. Poco a poco comenzaron a conversar e intercambiar intereses comunes.

Descubrieron que les gustaban los mismos libros y películas, así como también disfrutaban del mismo tipo de música. Con el tiempo, Francisco fue ganando confianza al hablar con ella y finalmente le preguntó si quería salir con él algún día.

La chica aceptó encantada y juntos fueron al cine a ver una película romántica. Desde entonces, Francisco aprendió que es importante ser valiente para enfrentar nuestros miedos e inseguridades si queremos alcanzar nuestros sueños.

También aprendió que, aunque no siempre es fácil, es importante ser uno mismo y no tratar de cambiar para agradar a alguien más. Con el tiempo, Francisco y la chica se convirtieron en una pareja muy feliz y enamorada.

Y así fue como un día de nerviosismo e inseguridad se transformó en una historia de amor inspiradora y educativa.

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