El Valor de Sofía
Era una mañana soleada en la escuela primaria del barrio La Esperanza. Sofía, una niña de diez años con una sonrisa contagiosa, llegaba entusiasmada al recreo. Sin embargo, algo la inquietaba: su compañero Lucas siempre estaba solo, en un rincón del patio, con la cabeza agachada.
Sofía había notado que Lucas, un niño tímido con gafas, era víctima de bullying por parte de un grupo de chicos más grandes que él. Un día decidió hacer algo al respecto.
"Hola, Lucas. ¿Por qué no te venís a jugar conmigo y mis amigos?" - le dijo Sofía con una voz dulce, acercándose con una pelota de fútbol en la mano.
Lucas miró hacia arriba, sorprendido.
"No sé, Sofía. Ellos siempre me dicen cosas feas..." - contestó con la voz temblorosa.
"Pero yo quiero que juegues. ¡Vamos!" - insistió Sofía, sonriendo.
Después de un momento, Lucas decidió seguir a Sofía y sus amigos. Sin embargo, no pasaron cinco minutos antes de que los chicos mayores aparecieran.
"Mirá, ahí viene el gafas. ¿No tenés amigos, Lucas?" - se burló uno de ellos, levantando la voz.
Sofía sintió que su corazón se encogía, pero no se iba a quedar de brazos cruzados.
"¡Dejen a Lucas en paz! No tienen derecho a hablarle así" - gritó con toda su fuerza.
Los chicos se rieron, pero Sofía estaba decidida.
"Si siguen molestando, voy a contarle a la profesora. No puede ser que sigan jodiendo así" - agregó, sosteniendo su mirada.
Ante la firmeza de Sofía, los chicos se miraron entre sí, inseguros.
"No pasa nada, no se enojen. Solo estamos bromeando" - dijo uno, intentando dar marcha atrás.
Lucas sintió que un rayo de esperanza iluminaba su día.
"Gracias, Sofía" - murmuró, sintiéndose un poco más valiente.
A partir de ese día, Sofía se convirtió en la mejor amiga de Lucas. Compartían almuerzos, hacían tareas juntos y hasta jugaban al fútbol. Los demás niños empezaron a ver lo genial que era Lucas y la dinámica entre ellos cambió.
Sin embargo, un lunes, mientras llegaban a la escuela, Sofía escuchó una conversación entre algunos de los chicos que antes molestaban a Lucas.
"Nada de lo que hizo esa nena importa. Vamos a seguir con nuestros planes" - decía uno con una voz siniestra. Sofía se sintió inquieta, pero sabía que no podía quedarse callada.
El recreo llegó, y los chicos se acercaron a la cancha, donde estaban Sofía y Lucas, jugando con otros amigos.
"¡Oye, gafitas! ¡El fútbol no es para vos!" - volvió a burlarse uno de ellos, tratando de intimidar a Lucas.
Sofía se acercó, respirando hondo.
"No tenés derecho a decir eso, ¿sabés? Jugar es para todos, independientemente de cómo se vea. Dejen a Lucas tranquilo, o se van a tener que enfrentar a todos nosotros" - dijo mientras señalaba a su grupo de amigos.
Los chicos, sorprendidos ante la valentía de Sofía y el apoyo de sus compañeros, retrocedieron un paso.
"Vamos, chicos, no hay que hacerles caso. Solo son unos perdedores" - dijo uno finalmente, mientras se alejaban.
Esa sorpresa fue el primer paso para que el grupo de bully no molestara más a Lucas. Al darse cuenta de que la valentía de Sofía había unido a su grupo, la mayoría de los chicos comenzaron a reflexionar sobre sus acciones.
Con los días, Lucas empezó a tener amigos, y el bullying se fue desvaneciendo.
Al final del año escolar, se celebró una fiesta de despedida. Sofía subió al escenario para dar un discurso.
"Desde que conocí a Lucas, aprendí que todos tenemos algo especial que ofrecer. No está bien burlarse de los demás. Lo importante es apoyarnos y ser amigos. ¡Gracias a todos por hacer de nuestra escuela un lugar mejor!" - terminó diciendo con la sonrisa brillante.
Hacia el final del evento, Lucas se acercó a Sofía con lágrimas de felicidad.
"Gracias, Sofía. No sé qué habría hecho sin vos. Has cambiado mi vida" - le dijo abrazándola.
"Y vos la mía, Lucas. ¡Este es solo el comienzo de una hermosa amistad!" - respondió Sofía con una gran sonrisa.
Desde ese día, en la escuela de La Esperanza, se instauró una nueva norma: "No al bullying, sí a la amistad", y así, Sofía y Lucas se convirtieron en un ejemplo para todos.
FIN.