El Valor de Tito el Búho
Había una vez un búho llamado Tito que vivía en un frondoso bosque. Tito era un búho muy especial, con grandes ojos amarillos y plumaje marrón manchado. Sin embargo, había un pequeño problema: Tito tenía un miedo horrible a la noche. Aunque todos sus amigos búhos ansiosos esperaban la llegada del anochecer, él se escondía en su árbol, tapándose los ojos con sus alas.
Una noche, mientras los demás búhos se preparaban para volar y cazar, Tito observaba todo desde su hogar. Su mejor amigo, Lucho, un pequeño ratón, se acercó volando.
"¡Tito! ¿Por qué no sales? ¡La noche es hermosa y llena de aventuras!" - le dijo Lucho.
"No puedo, Lucho. La noche es oscura y da miedo. Hay sombras y ruidos raros por todas partes" - respondió Tito, temblando.
Lucho pensó por un momento y luego dijo:
"Pero Tito, ¡la noche también está llena de cosas increíbles! ¿Sabías que los estrellas cuentan historias a quien se atreve a mirarlas?"
Tito no estaba convencido. Solo quería que amaneciera para sentirse seguro. Sin embargo, esa noche, sucedió algo inesperado. Una luciérnaga brillante, llamada Lila, se posó cerca de su árbol.
"Hola, Tito. ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Lila.
"¡Tengo miedo de la noche!" - confesó Tito.
"¿De qué tienes miedo?" - inquirió Lila, titilando con su luz. "La noche es un lugar mágico. Mira, puedo mostrarte. ¡Ven conmigo!"
A pesar de su temor, algo en la voz de Lila le dio un poco de valor.
"Está bien, Lila. Te seguiré, pero solo por un momento" - dijo Tito, sintiendo que su corazón latía rápido. Con cada paso que daba, vio que la noche no era tan oscura. La luz de las estrellas bailaba en el cielo y las luciérnagas iluminaban el camino.
Primero, Lila lo llevó a un claro donde había una reunión de animales nocturnos. Todos los búhos, zorros, y hasta un par de ciervos estaban conversando y riendo.
"¡Mira!" - dijo Lila. "Ellos no tienen miedo. ¡Están disfrutando de la noche!"
De repente, una pequeña lechuza se acercó a Tito.
"Hola, soy Pía. ¿Te gustaría volar un rato?" - preguntó. Tito sintió un poco de miedo, pero también emoción.
"Creó que sí... aunque es la primera vez que lo haría de noche" - contestó Tito con voz temblorosa.
Con la ayuda de Lila y Pía, Tito empezó a volar. Al principio, giraba un poco torpemente, pero a medida que se acostumbraba a la oscuridad, se empezó a sentir más libre.
"¡Mirá esas estrellas, Tito!" - gritó Lía, señalando hacia el cielo.
De repente, Tito se dio cuenta de que la noche no era tan aterradora.
"¡Son hermosas! Cada estrella parece contarme un secreto" - exclamó entusiasmado.
Los amigos nocturnos de Tito lo animaban a seguir volando. Se sintió parte de algo especial, y sus miedos comenzaban a desvanecerse.
Sin embargo, al cabo de un rato, un viento frío sopló por entre los árboles, haciendo que Tito se acobardara nuevamente.
"¿Y si hay sombras peligrosas?".
"Las sombras son solo lugares donde la luz no llega, Tito. No debes tenerles miedo" - le explicó Pía, acercándose. "Eres un búho valiente y fuerte. Recuerda que siempre habrá luz si miras hacia arriba".
Con esas palabras, Tito se armó de valor. Decidió enfrentar su miedo. Juntos, volaron alto y Tito vio el bosque desde las alturas.
Al volver, Tito se dio cuenta de que la noche le había enseñado una gran lección. A partir de entonces, no solo dejó de tener miedo, sino que se convirtió en un defensor del bosque nocturno, ayudando a otros como él a disfrutar de la belleza de la noche.
Y cada noche, Tito, Lucho, Pía y Lila narraban historias bajo las estrellas, compartiendo risas y aventuras, convirtiéndose en los mejores amigos del bosque. La noche ya no le daba miedo, sino que le daba alegría, específicamente la alegría de ser parte del mágico mundo que emerge cuando cae la oscuridad.
Así, Tito descubrió que, aunque la noche parecía temerosa al principio, en realidad era un momento donde la amistad brilla y las historias nunca se acaban.
FIN.