El Valor de un Gallo
En un tranquilo gallinero, vivía un gallo llamado Ramón. Ramón era un gallo alegre y cantador, pero últimamente su canto se había apagado. Su amada gallina, Clara, lo había dejado por un gallo de pelea fuerte y musculoso llamado Bruno.
Una mañana, mientras Ramón daba un paseo triste por el gallinero, se encontró con su amigo Pedro, el pato.
"¿Por qué tan desanimado, Ramón?" - preguntó Pedro.
"Clara me dejó por ese gallo de pelea... Ya no quiero cantar ni jugar. Estoy muy triste." - suspiró Ramón.
Pedro, siempre optimista, le dijo:
"¡No te preocupes, amigo! Los verdaderos gallos son aquellos que no solo son fuertes, sino también valientes de corazón."
Ramón pensó en lo que su amigo había dicho, pero aún se sentía inseguro. Sin embargo, algo dentro de él comenzó a despertar. Decidió que no podía quedarse de brazos cruzados.
Un día, mientras Clara paseaba con Bruno, vio a Ramón entrenando en el gallinero. Se le ocurrió una idea.
"¿Qué tal si Bruno y yo hacemos una pequeña competencia?" - sugirió Clara.
"¿Una competencia? ¿Sobre qué?" - preguntó Bruno, curioso.
"¡Sobre quién puede clocar más fuerte!" - exclamó Clara, emocionada.
Bruno, confiado en su fuerza y habilidades, aceptó el desafío. Ramón, sintiendo su corazón palpitar con fuerza, se animó a participar.
"¡Yo también quiero!" - gritó Ramón.
"¿Tú? ¡Pero tú no tienes chance!" - se burló Bruno, descatando a Ramón.
El gran día de la competencia llegó. El gallinero estaba lleno de gallinas y gallos que venían a ver el espectáculo. Clara se encontraba en el centro, como juez del evento.
"¡Listo, gallos! ¡A la cuenta de tres, a clocar lo más fuerte que puedan!" - dijo Clara.
"¡Uno, dos, tres!"
En ese momento, los dos gallos comenzaron a clocar. Bruno, con su potente voz, sonaba fuerte como un trueno, pero Ramón recordó lo que Pedro le había dicho sobre el valor y la valentía. Entonces, con toda su fuerza, comenzó a clocar con más ganas que nunca.
"¡Cloooooc!" - gritó Ramón con una potencia que sorprendió a todos.
"¡Clooooc! ¡Clooooc!" - siguió Ramón, cada vez más fuerte.
El ruido fue tal, que todos en el gallinero comenzaron a aplaudir y animar a Ramón. Clara miró boquiabierta a Ramón y la multitud empezó a gritar su nombre: "¡Ramón! ¡Ramón!"
Bruno, poco a poco, se sintió intimidado por los vítores hacia Ramón. Ya no podía concentrarse y su cloqueo se apagó. Entonces, en un giro inesperado, decidió rendirse.
"¡Está bien! ¡He perdido! Tú eres el verdadero gallo, Ramón!" - proclamó con un tono de respeto.
La multitud estalló en aplausos y Clara, emocionada, corrió hacia Ramón:
"¡Eres increíble! ¡Siempre supe que tenías un gran corazón!"
"Pero Clara, ¿y Bruno?" - preguntó Ramón, un poco confundido.
"Bruno quizá sea fuerte, pero no tiene la valentía de ser verdadero como tú. Y eso es lo que realmente importa."
Desde ese día, Clara volvió a estar al lado de Ramón, y juntos se convirtieron en la pareja más feliz del gallinero. Ramón aprendió que a veces, lo más importante no es ser el más fuerte, sino ser valiente y tener un buen corazón.
Y así, nuestro amigo Ramón, el gallo, aunque a veces se sintiera triste, que nunca dejó de cantar, y su canto resonó una vez más en el gallinero, lleno de alegría y esperanza.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.