El Valor de un Pequeño Ciclista



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de cerros y colinas, un niño llamado Tobi. Tobi era un chico noble y soñador. Sin embargo, había algo que lo hacía diferente de los otros niños: no sabía montar su bicicleta. A menudo se quedaba en el patio de su casa observando a sus amigos mientras pedaleaban y reían en el cerro.

Un día, Tobi decidió que era hora de aprender. Con su bicicleta completamente nueva, que le habían regalado para su cumpleaños, se subió a una colina y se preparó para intentarlo.

- “¡Vamos, Tobi! ¡Podés! ” - gritó su amigo Lucho desde abajo, animándolo.

Pero Tobi, bastante nervioso, se quedó ahí, temblando. Al intentar impulsarse, perdió el equilibrio y cayó al suelo, justo en ese momento.

- “¡Ay, no! ¡Tobi, estás bien? ” - dijo Lucho, corriendo hacia él.

Tobi miró su bicicleta caída y, sintiéndose frustrado, comenzó a llorar.

- “No sé andar… soy un manquito.”

Lucho lo miró con tristeza.

- “No digas eso, Tobi. Todos tienen que aprender a montar en bicicleta. ¡No te desanimes! ¿Por qué no probamos otra vez juntos? ”

Al principio, Tobi dudó, pero vio la sinceridad en los ojos de su amigo. Así que, levantándose, decidió intentarlo nuevamente. Juntos, los chicos practicaron varias veces en el cerro. Lucho lo sostenía mientras Tobi daba sus primeras pedaladas.

- “Sentite apoyado, Tobi. ¡Yo estoy aquí! ” - dijo Lucho, mientras equilibraba la bicicleta.

Poco a poco, Tobi fue agarrando confianza, pero luego, ¡trazó una maniobra y se desvió! Terminaron cayendo todos al suelo.

- “¡Ay, qué dolor! ” - dijo Tobi, riendo a pesar del golpe.

Lucho también se riió.

- “Está bien, caerse es parte de aprender. Lo importante es intentarlo de nuevo. ¿Listo? ”

Así siguieron, cayendo, riendo y ensayando. Con cada caída, Tobi se sentía un poco más valiente y menos de un —"manquito" .

Y fue justo cuando se sentían listos para una última ronda que Lucho le dijo:

- “Esta vez, ¡vas a ir solo! Te voy a dejar que me muestres cuánto aprendiste.”

Tobi se asustó un poco.

- “¿Yo solo? Pero… si me caigo…”

- “Todos somos un poco ‘manquitos’ cuando empezamos, pero si no lo intentás, nunca vas a saber lo que podés lograr. ¡Andá, Tobi, ¡podés hacerlo! ”

Con un profundo suspiro, Tobi respiró hondo y se lanzó. Los primeros metros fueron un poco tambaleantes, pero de repente, se dio cuenta de que estaba pedaleando sin ayuda.

- “¡Lo estoy haciendo! ¡Mirá, Lucho! ” - gritó Tobi, sintiendo moverse la emoción por su cuerpo.

Pero en medio de su alegría, el pequeño ciclista se olvidó de frenar y terminó derrapando al costado del camino.

- “¡Nooooo! ” - Gritó Lucho, corriendo hacia él.

Tobi se levantó y, para su sorpresa, no se había lastimado ni un rasguño. Miró a Lucho, quien también estaba un poco preocupado.

- “Todo bien, Tobi. Te hiciste un gran ciclista.”

Y tras un par de rodadas más, Tobi finalmente se detuvo y exclamó:

- “¡Ando en bicicleta! ¡Soy un ciclista! ” - soltó una carcajada.

Desde aquel día, Tobi dejó de sentirse un ‘manquito’. Aprendió que con esfuerzo, paciencia y mucho ánimo, podía hacer cosas que antes pensaba imposibles. Desde entonces, todos los días, Tobi y Lucho pedalearon juntos, explorando el mundo a través de las colinas y los cerros, llenos de risas y aprendizajes.

Y así, Tobi descubrió que el verdadero valor no solo estaba en poder andar en bicicleta, sino en levantarse cada vez que fallabas y seguir intentándolo, siempre con el apoyo de buenos amigos.

FIN.

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