El valor de un pequeño gesto
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, había un niño llamado Tomás. Tomás era un chico lleno de imaginación, siempre inventando aventuras y explorando el mundo a su alrededor. Sin embargo, había algo que le llenaba de nerviosismo: le gustaba mucho una chica de su escuela, llamada Sofía. Tomás pensaba que Sofía era la más linda y amable de todas, pero cada vez que la veía, su corazón latía con fuerza y no podía acercarse a ella.
Un día de primavera, mientras los compañeros jugaban en el patio de la escuela, Tomás decidió que era el momento de hacer algo al respecto. Pero cuando vio a Sofía riendo con sus amigas, se sintió como si un gran bloque de hielo lo hubiera detenido. "¿Y si no le gusto?" pensó, mientras intentaba esconderse detrás de un árbol.
Fue en ese momento que su mejor amigo, Lucas, se acercó.
"¿Por qué no te acercás a Sofía, Tomás?" - le preguntó Lucas, notando la tensión en su cara.
"¡No sé! Me da mucha vergüenza. ¿Y si ella no me quiere hablar?" - contestó Tomás, mirando hacia abajo.
"Pero nunca lo sabrás si no lo intentás. A veces, un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia" - dijo Lucas, intentando animarlo.
Tomás pensó en lo que Lucas había dicho. Decidió que haría un intento. Al día siguiente, decidió llevar algo especial: un dibujo que había hecho de un águila majestuosa, ya que sabía que a Sofía le encantaban los animales.
Con el corazón palpitante, se acercó a donde Sofía estaba sentada con sus amigas. Pero en el momento justo, un grupo de chicos empezó a hacer ruido y a correr para jugar a la pelota, interrumpiendo su momento. Tomás se sintió frustrado y apenado, y casi decide marcharse, pero entonces recordó las palabras de Lucas.
"¡Es ahora o nunca!" - se dijo a sí mismo.
Tomás se aclaró la garganta y, con una gran respiración, se acercó a Sofía.
"Hola, Sofía..." - dijo, su voz temblando ligeramente.
Sofía se giró, sorprendida.
"¡Tomás! ¿Qué tal?" - respondió ella con una sonrisa.
Tomás se sintió un poco más seguro y le mostró su dibujo.
"Hice esto para vos, porque sé que te gustan los animales" - expresó, levantando el dibujo con ambas manos.
Sofía se iluminó al ver el dibujo.
"¡Es hermoso! Me encanta el águila. ¡Gracias, Tomás!" - exclamó, admirando cada detalle del dibujo.
Tomás, lleno de alegría, sintió que el nerviosismo se evaporaba.
"Me alegra que te guste," - dijo, sintiendo una pequeña chispa de confianza. "¿Te gustaría dibujar juntos algún día?"
Sofía asintió emocionada.
"¡Sería genial! Me encantaría aprender de vos," - contestó Sofía.
Ese pequeño gesto de Tomás hizo que se formara una nueva amistad. Desde ese día, comenzaron a pasar más tiempo juntos, compartiendo ideas y sus dibujos.
Con el tiempo, Tomás aprendió que a veces, solo es necesario un gesto valiente para dar el primer paso. A pesar de su vergüenza, se dio cuenta de que no debía dejar que el miedo lo controlara.
Y así, en el colorido y animado pueblo de Arcoíris, Tomás y Sofía se convirtieron en grandes amigos, compartiendo risas y aventuras, siempre recordando que lo más importante es ser valiente y atreverse a expresar lo que uno siente.
FIN.