El Valor de Valentina



Valentina era una chica de 14 años que amaba el dibujo y soñaba con ser artista. Tenía una personalidad alegre y era muy creativa. Sin embargo, en su colegio, un grupo de chicos de su curso no dejaban de hacerle bullying. La llamaban "la artista rara" y la insultaban con burlas crueles tanto en el patio como en el aula.

Un día, mientras todos estaban en el recreo, Valentina se sentó sola bajo un árbol, dibujando en su cuaderno.

"Miren, la rarita está dibujando de nuevo", se burló uno de los chicos.

"¿Qué te pensás? ¿Que algún día vas a ser famosa?", agregó otro, riendo con sus amigos.

Valentina se sintió pequeña y avergonzada, pero decidió que no iba a dejar que eso le afectara tanto. "Voy a seguir dibujando, esto me gusta", pensó.

Sin embargo, cuando llegaba a casa, la situación no mejoraba. Los chicos comenzaron a enviarle mensajes hirientes a través de las redes sociales. Giselle, su mejor amiga, la encontraba triste cada vez que se conectaban.

"Valen, ¿por qué no hablas con alguien?", le dijo Giselle.

"No quiero que se enteren, ya es suficiente con lo que hacen en la escuela", respondió Valentina, sintiéndose impotente.

Un día, durante una clase, la directora se dio cuenta de que Valentina no participaba y que se mostraba callada.

"Valentina, ¿te gustaría compartir tu dibujo con la clase?", preguntó la maestra, buscando integrarla.

"No, gracias. No me interesa", dijo Valentina, apenada.

La maestra, notando su tristeza, decidió investigar un poco más. Habló con Giselle y tras escuchar las historias de acoso, se comprometió a hacer algo.

Al siguiente día, la maestra organizó una charla sobre el bullying con todo el curso.

"Nuestro comportamiento puede lastimar a otros y eso no está bien", comenzó la maestra.

A medida que habló, los chicos comenzaron a mirar hacia abajo, sintiéndose avergonzados. Uno se atrevió a hacer una pregunta.

"¿Y si no lo hicimos con mala intención, maestra?"

La maestra respondió:

"A veces, no nos damos cuenta del daño que hacemos. Pero eso no quita que debemos ser responsables por nuestras palabras y acciones".

Poco a poco, algunos compañeros comenzaron a reflexionar sobre lo que habían hecho. Valentina, que estaba escuchando, sintió que su corazón se alentaba.

Luego de la charla, algunos chicos se acercaron a ella tímidamente.

"Valentina, nos disculpamos. No quisimos hacerte sentir mal", dijo uno de ellos.

Valentina, aunque dolida, vio en sus ojos un sincero arrepentimiento.

"Está bien, pero por favor piensen antes de hablar la próxima vez", respondió Valentina con una sonrisa esperanzada.

La maestra decidió que era momento de hacer algo especial. Organizó una exposición en la escuela donde todos los estudiantes podían mostrar sus talentos. Valentina decidió exhibir sus dibujos.

El día de la exposición, todos los alumnos quedaron asombrados al ver el arte de Valentina.

"¡Son hermosos!", dijeron muchos.

Incluso los chicos que antes la molestaban se acercaron con una nueva actitud.

"Valen, tu arte es increíble, nos gustaría aprender de vos", le dijo uno de ellos, sonriendo genuinamente.

Valentina sintió que sus sueños volvían. Con el tiempo, aprendió a hablar de sus sentimientos y comprendió que a veces era necesario pedir ayuda. Su voz fue escuchada y, con el apoyo de la maestra y Giselle, logró abrir su corazón al mundo.

Desde aquel día, se formó un nuevo grupo de amigos; todos juntos ayudaron a crear un ambiente más amable en el colegio. Valentina culminó el año con una gran exposición de arte, donde no solo mostró su talento, sino también el valor de la amistad y el respeto.

Así fue como Valentina, a través del arte y la solidaridad, transformó su historia de dolor en una fuente de inspiración para todos en su colegio.

"Nunca hay que dejar de ser uno mismo", decía Valentina, sonriendo mientras dibujaba. "Siempre hay esperanza".

FIN.

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