El Valor de Valentina



Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una chica llamada Valentina. A pesar de su corta edad, había conseguido ingresar a la facultad de arte por su increíble talento. Valentina estaba emocionada por estar rodeada de estudiantes mayores y aprender de sus profesores, pero aún había mucho por descubrir.

Un día, mientras pasaba por los pasillos de la facultad, escuchó risas y voces. Al acercarse, observó que su profesor de dibujo, el Sr. Martínez, estaba conversando con una de sus compañeras, Sofía. Valentina se quedó al margen, admirando la pintura que había creado. Pero su admiración se convirtió en inquietud cuando observó que el profesor tocaba el hombro de Sofía de una manera que le pareció inapropiada.

"¿Qué está pasando?" pensó Valentina, sintiéndose confundida.

Eventualmente, Sofía se apartó un poco, pero el profesor insistió y la tomó de la mano, sonriendo. Valentina sintió incómoda y decidió que debía hacer algo.

"Esto no está bien...", murmuró para sí misma. Sin embargo, la idea de intervenir le daba miedo. Y allí estaba, su corazón latía rápido. Se acordó de las clases de educación cívica, donde le habían hablado sobre la importancia de hablar y proteger a los demás. Pero poco a poco, esa valentía se transformó en dudas.

"¿Debería llamar a la policía?" - se preguntó.

Pero, ¿qué diría? ¿Acaso la creerían? ¿Y si se equivocaba?

Mientras luchaba con sus pensamientos, Sofía, aunque incómoda, se rió y se alejó del profesor, mostrando que la situación quizás no era tan grave... o quizás sí.

Valentina decidió que debía hablar con alguien.

Así que se acercó a su amiga Clara, quien siempre estaba dispuesta a escuchar.

"Clara, vi algo raro en la facultad..." - comenzó Valentina, tratando de ordenar sus ideas.

"¿Qué es?" - preguntó Clara con atención.

"El Sr. Martínez estaba... tocando a Sofía de una forma que me hizo sentir incómoda. No pude llamar a la policía, pero siento que debo hacer algo" - Valentina dijo, con su voz temblando.

Clara frunció el ceño.

"Eso no suena bien. Tal vez deberíamos hablar con alguien más, podría ser importante" - sugirió Clara.

Decididas a no permanecer en silencio, las chicas fueron a hablar con la coordinadora de la facultad, la Sra. Gómez, una mujer sabia con muchos años de experiencia.

"Buenas tardes, Sra. Gómez. Necesitamos contarle algo importante" - dijo Valentina, sintiéndose un poco más valiente.

"Estoy aquí para escucharlas" - respondió la coordinadora.

Después de explicar la situación, la Sra. Gómez escuchó atentamente, frunciendo el ceño.

"Es bueno que hayan venido a mí. El respeto y la seguridad son fundamentales en este ambiente. Voy a investigar lo sucedido" - aseguró la coordinadora, tomando notas.

Valentina sintió un alivio al ver que había hecho lo correcto. Sin embargo, su mente seguía llena de dudas.

"¿Y si Sofía no quería que dijéramos nada?" - le preguntó a Clara en un murmullo.

"La verdad siempre es mejor que el silencio. Sofía puede decidir cómo manejarlo, pero tú hiciste bien al contarlo" - le respondió su amiga.

Unos días después, en una reunión general de la facultad, la Sra. Gómez agradeció a Valentina y Clara por su valentía en hablar sobre el suceso.

"Sí, hay que hablar para protegernos mutuamente. Todos tenemos derecho a sentirnos seguros" - dijo la Sra. Gómez, mirando a los estudiantes con una expresión seria pero cálida.

Sofía se acercó a ellas después de la reunión.

"Chicas, gracias por hablar por mí. No sabía si lo que sentía era correcto o no, pero me hizo sentir menos sola escuchar su apoyo" - dijo Sofía, con una sonrisa agradecida.

"No fue fácil, pero creímos que era lo correcto" - respondió Valentina, sintiendo que había ganado una nueva amiga.

Lo que sucedió luego fue que el personal de la facultad comenzó a poner más énfasis en la formación y la sensibilización sobre el respeto y la seguridad, ayudando a los estudiantes a entender la importancia de hablar en voz alta y cuidar de los demás.

Valentina no solo aprendió a usar su voz, sino que también se dio cuenta de que a veces los actos más pequeños de valentía pueden generar grandes cambios. Y así, con su experiencia, se convirtió en un ejemplo para otros, mostrando que siempre es mejor actuar con coraje, aunque el camino sea incierto.

FIN.

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