El valor de ver bien


Sofía era una niña muy feliz y curiosa. Siempre estaba explorando su entorno, preguntando sobre todo lo que veía y aprendiendo cosas nuevas cada día. Pero últimamente, algo la estaba molestando.

No podía ver bien las letras pequeñas en los libros o los dibujos en la televisión. Un día, su mamá la llevó al oftalmólogo para hacerle un examen de vista.

Después de unos minutos, el doctor les dio la noticia: Sofía necesitaba usar anteojos para corregir su visión. Sofía se sintió un poco triste al principio, pensando que sus amigos podrían burlarse de ella por tener anteojos.

Pero entonces, recordó a su abuelita contándole historias sobre cómo algunos animales tienen características especiales para ayudarlos a sobrevivir en su hábitat natural. "Los pájaros tienen alas para volar alto y rápido -le dijo Sofía a su mamá-. Los conejos tienen orejas grandes para escuchar mejor.

Y yo tengo mis anteojos para poder ver el mundo con claridad". Con esta nueva perspectiva en mente, Sofía comenzó a usar sus anteojos con orgullo y felicidad.

Se emocionaba cada vez que veía claramente las letras del alfabeto o podía identificar correctamente los colores de las flores del jardín. Pero pronto se dio cuenta de que no todos compartían su entusiasmo por los anteojos. Un día en el parque, uno de sus amigos le dijo:"¿Por qué usas esos lentes raros? Te ves rara".

Sofía se sintió triste otra vez, pero luego recordó lo que había aprendido de su abuelita. Decidió que no dejaría que los comentarios negativos la afectaran y, en cambio, vería sus anteojos como una ventaja.

"Mis anteojos me ayudan a ver el mundo más claramente -les dijo a sus amigos-. Puedo apreciar mejor las cosas hermosas que hay a mi alrededor. ¿Quieres probarlos?"Sofía les prestó sus anteojos a sus amigos para que pudieran ver cómo se sentían.

Y aunque algunos todavía pensaban que eran raros, otros comenzaron a darse cuenta de lo útiles que podrían ser si también tenían problemas de visión.

Con el tiempo, Sofía se convirtió en una defensora entusiasta del uso de anteojos para corregir la vista. Les mostraba a todos cómo podían mejorar su visión y disfrutar del mundo con más claridad gracias a ellos.

Y así fue como Sofía aprendió una valiosa lección: no importa cómo seas o qué tengas, siempre puedes encontrar algo positivo en ti mismo y usarlo para ayudarte y hacer la diferencia en el mundo.

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