El valor del agua limpia


Había una vez un indiecito llamado Juan que vivía en una aldea rodeada de hermosos arroyos y cascadas. Pero había algo que no le gustaba hacer, y era lavarse los pies en el arrollo.

Cuando su madre lo mandaba a bañarse, siempre encontraba excusas para evitarlo. Un día, mientras jugaba con sus amigos cerca del arrollo, se lastimó un pie con una piedra afilada.

La herida fue tan profunda que tuvo que ser llevado al médico de la aldea. El médico le dijo a Juan que la herida podría haberse evitado si hubiera mantenido sus pies limpios.

Juan se sintió muy mal por lo sucedido y decidió cambiar su actitud hacia el lavado de pies en el arrollo. Comenzó a disfrutar más del agua fresca y cristalina del arroyo mientras se lavaba los pies todas las noches antes de dormir.

Pero un día, cuando estaba jugando cerca del arroyo nuevamente, vio algo flotando en el agua. Era uno de sus zapatos favoritos que había perdido hace unos días mientras saltaba sobre las rocas. Desesperado por recuperarlo, Juan corrió hacia el agua sin pensar en lo peligroso que podía ser.

De repente, la corriente comenzó a arrastrarlo hacia abajo y él empezó a gritar pidiendo ayuda. Afortunadamente, uno de sus amigos escuchó sus gritos y rápidamente corrió para avisarle a los adultos.

Con la ayuda de todos los vecinos de la aldea pudieron rescatar a Juan sano y salvo del arroyo furioso. Pero después del susto, Juan se dio cuenta de que había sido muy imprudente al correr hacia el arroyo sin pensar en las consecuencias.

Desde ese día, Juan aprendió que el agua es hermosa y divertida, pero también puede ser peligrosa si no se tiene cuidado. Y nunca más volvió a evitar lavarse los pies en el arrollo, porque sabía que era importante mantenerse limpio y seguro.

Y así termina la historia del indiecito Juan, quien aprendió una valiosa lección sobre la importancia de mantenerse limpio y seguro mientras disfrutas de la belleza de la naturaleza.

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