El valor del cambio


Había una vez una niña llamada Emma que estaba a punto de comenzar el nivel de kinder en su escuela.

Estaba muy emocionada por aprender cosas nuevas y hacer amigos, pero también se sentía un poco nerviosa porque tendría una maestra nueva. El primer día de clases, Emma llegó temprano a la escuela con su mochila llena de útiles escolares. Miró alrededor y vio a los demás niños jugando en el patio.

Se acercó tímidamente y vio a una mujer sonriente parada junto a ellos. - ¡Hola! -saludó la maestra mientras extendía su mano hacia Emma-. Soy la señorita Ana, tu nueva maestra. Emma estrechó su mano con timidez y respondió:- Hola, soy Emma.

¿Está bien si me uno al juego? La señorita Ana asintió felizmente y pronto todos los niños estaban jugando juntos. Durante ese primer día de clases, la señorita Ana demostró ser muy amable y paciente con sus alumnos.

Les enseñó canciones divertidas, les contó cuentos emocionantes e incluso hicieron manualidades juntos. Emma se dio cuenta de que no tenía razón para estar nerviosa.

La señorita Ana era genial y hacía que cada día en el kindergarten fuera emocionante y divertido. Pero un día, cuando Emma llegó a la escuela, notó algo extraño: la señorita Ana no estaba allí. En cambio, había otra maestra sustituta llamada Lucía.

Emma se sintió preocupada ya que extrañaba mucho a su querida profesora. Durante las siguientes semanas con la maestra Lucía, Emma comenzó a sentirse triste y desanimada. No había tanta diversión en clase y extrañaba las canciones y los cuentos que solían hacer con la señorita Ana.

Un día, mientras todos los niños estaban sentados en el círculo de la alfombra, Emma decidió hablar. - Señorita Lucía, ¿dónde está la señorita Ana? La extraño mucho y quiero que vuelva.

La maestra Lucía miró a Emma con ternura y le dijo:- Entiendo cómo te sientes, Emma. La señorita Ana tuvo que ausentarse por un tiempo pero volverá pronto. Mientras tanto, debemos recordar lo divertido que podemos hacer nuestro tiempo juntos aquí en el kindergarten.

Emma asintió pero todavía se sentía un poco triste. Sin embargo, decidió darle una oportunidad a la maestra Lucía. A medida que pasaban los días, la maestra Lucía comenzó a implementar nuevas actividades en el salón de clases.

Organizaba juegos al aire libre, les enseñaba nuevos juegos de mesa e incluso llevaba libros interesantes para leer juntos. Poco a poco, Emma comenzó a darse cuenta de que también podía disfrutar del kinder con su nueva maestra.

Un día soleado, cuando todos estaban jugando afuera durante el recreo, la señorita Ana regresó sorprendentemente a la escuela. Los niños corrieron emocionados hacia ella para darle un abrazo de bienvenida. - ¡Señorita Ana! -exclamaron emocionados-.

¡Te hemos extrañado tanto! La señorita Ana sonrió ampliamente y abrazó a cada uno de sus alumnos. - Yo también los extrañé mucho, chicos. Pero estoy feliz de estar de regreso.

Emma se acercó tímidamente y le dijo a la señorita Ana:- Señorita Ana, me alegra que estés aquí, pero también quiero decirte que la maestra Lucía fue muy amable con nosotros mientras no estabas. Aprendimos muchas cosas nuevas y nos divertimos mucho juntos. La señorita Ana miró a Emma con orgullo y gratitud.

- Gracias por decírmelo, Emma. Me alegra saber que todos se cuidaron mutuamente mientras no estaba aquí. La maestra Lucía hizo un gran trabajo al enseñarles y entretenerlos.

Desde ese día en adelante, Emma aprendió una valiosa lección: siempre hay algo bueno en cada situación, incluso cuando las cosas cambian o no salen como esperamos.

Aprendió a apreciar tanto a su nueva maestra como a la señorita Ana, quienes trabajaron juntas para hacer del kinder un lugar especial lleno de aprendizaje y diversión para ella y sus amigos. Y así, Emma descubrió que el cambio puede ser emocionante e inspirador si estamos dispuestos a darle una oportunidad.

Dirección del Cuentito copiada!