El valor del corazón
Había una vez en un bosque encantado, un unicornio llamado Arcoíris que era conocido por ser el más veloz y valiente de todos. Todos los animales del bosque lo admiraban y querían ser como él.
Un día, mientras Arcoíris corría a toda velocidad por el bosque, se encontró con una pequeña ardilla llorando desconsoladamente. Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.
"¡Oh, Arcoíris! Perdí mi nuez más preciada y no sé qué hacer", sollozaba la ardilla. Arcoíris, con su corazón noble y generoso, decidió ayudar a la ardilla a encontrar su nuez. Juntos recorrieron todo el bosque, preguntando a cada animal que encontraban si habían visto la nuez perdida.
Pero nadie sabía nada al respecto. Después de buscar incansablemente durante horas, llegaron a un claro del bosque donde se encontraba el viejo búho sabio.
El búho escuchó atentamente la historia de la ardilla y le dijo:"Pequeña ardilla, tu nuez no está perdida realmente. Está guardada en lo más profundo de tu corazón". La ardilla se quedó perpleja ante estas palabras, sin entender muy bien qué significaban.
Arcoíris intervino entonces: "Significa que tienes todo lo que necesitas dentro de ti para ser feliz. No necesitas buscar afuera lo que ya está en tu interior". La ardilla reflexionó sobre las palabras del búho sabio y de Arcoíris.
De repente, sintió una calidez en su pecho y recordó dónde había escondido su nuez favorita hacía mucho tiempo. Corrió emocionada hacia un árbol cercano y excavó frenéticamente hasta encontrar su tesoro perdido. La sacó con cuidado y la sostuvo en sus patitas con alegría.
"¡Lo encontré! ¡Mi nuez estaba aquí todo este tiempo!", exclamaba la ardilla emocionada. Todos los animales del bosque se reunieron para celebrar junto a Arcoíris y la ardilla.
La moraleja de esta increíble aventura era clara: muchas veces buscamos fuera lo que ya tenemos dentro de nosotros mismos. Desde ese día, la pequeña ardilla aprendió a valorar sus tesoros internos y nunca más volvió a perder su preciada nuez.
Y Arcoíris siguió siendo admirado por todos no solo por su velocidad y valentía, sino también por su sabiduría y bondad hacia los demás habitantes del bosque encantado.
FIN.