El valor del esfuerzo
Un día, Ciro se encontraba en su clase de caligrafía técnica tratando de hacer lo mejor que podía. Pero no importaba cuánto lo intentara, simplemente no podía hacer las letras perfectas como sus compañeros.
- ¡No puedo hacerlo! - exclamó frustrado mientras tiraba el lápiz sobre la mesa. Su profesor, Don Carlos, se acercó a él y le preguntó qué estaba pasando. Ciro explicó su problema con el cuadernillo y cómo se sentía incapaz de hacerlo bien.
- Ciro, te entiendo perfectamente - dijo Don Carlos con una sonrisa bondadosa -. Todos tenemos dificultades en algún momento. Lo importante es seguir practicando y nunca rendirse. Ciro asintió pero todavía se sentía desanimado.
Después de la clase, fue al patio a jugar fútbol con sus amigos para intentar olvidarse del problema por un rato.
Sin embargo, durante el partido se dio cuenta de algo interesante: aunque no era el mejor jugador del equipo, seguía intentando y mejorando cada vez más. - ¡Eso es! - pensó Ciro -.
Si puedo mejorar en fútbol practicando constantemente ¿por qué no podría mejorar en caligrafía técnica? Así que decidió poner manos a la obra y dedicar tiempo extra después de clases para practicar su caligrafía técnica. Al principio fue difícil, pero poco a poco fue mejorando hasta que finalmente pudo completar todo el cuadernillo sin problemas.
Cuando llegó la siguiente clase de caligrafía técnica, Ciro estaba nervioso pero seguro de sí mismo gracias a todo su esfuerzo previo. Cuando el profesor revisó su trabajo, no pudo evitar sonreír al ver la mejora en la caligrafía de Ciro.
- ¡Muy bien hecho, Ciro! - exclamó Don Carlos con una sonrisa -. Sabía que podías hacerlo si te lo proponías. Nunca dejes que la frustración te detenga. Ciro se sintió muy orgulloso y feliz consigo mismo.
Aprendió que nunca debía rendirse ante las dificultades y que el esfuerzo y la perseverancia eran clave para lograr lo que se proponía. Desde entonces, siempre recordaba esa lección cada vez que enfrentaba un nuevo desafío en su vida escolar y personal.