El valor del ratón



El ratón, temblando de miedo, suplicó al león que lo perdonara. "¡Por favor, señor león! ¡Fue un accidente! No quería molestarlo", dijo el pequeño roedor con voz temblorosa.

El león, sorprendido por la valentía del ratón al dirigirse a él de esa manera, decidió escuchar lo que tenía que decir. "Está bien, te daré una oportunidad de demostrar que eres digno de mi perdón.

Si logras ayudarme en algún momento en el futuro, te liberaré", rugió el león con voz profunda. El ratón asintió rápidamente y prometió al león que nunca se arrepentiría de su decisión.

Agradecido por la misericordia del rey de la selva, el ratón se apresuró a deslizarse por entre las garras del león y escapar hacia la maleza. Los días pasaron y una tarde calurosa, el león cayó en una trampa colocada por cazadores furtivos. Sus rugidos resonaban en toda la selva mientras luchaba por liberarse sin éxito.

El ratoncito escuchó los gritos angustiados del león y recordando su promesa decidió acudir en su ayuda. Corrió velozmente hasta donde estaba atrapado el gran felino y comenzó a roer las cuerdas con todas sus fuerzas.

Poco a poco, la trampa fue cediendo hasta que finalmente se rompió y el león quedó libre. Con lágrimas en los ojos, el león miró al pequeño ratón con gratitud.

"¡Gracias infinitas por haberme salvado! Nunca pensé que alguien tan pequeño pudiera hacer algo tan grande", exclamó emocionado. El ratoncito sonrió humildemente y respondió: "-No importa cuán pequeños seamos, siempre podemos marcar una gran diferencia si estamos dispuestos a ayudarnos mutuamente. "Desde ese día, el león y el ratoncito se convirtieron en grandes amigos.

El rey de la selva aprendió que no importa cuán poderoso seas; siempre es importante ser amable y estar dispuesto a ayudar a los demás.

Y juntos demostraron que la verdadera grandeza radica en nuestros actos bondadosos hacia los demás.

FIN.

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