El valor del reencuentro



Había una vez una familia muy unida compuesta por el papá Cesar, la mamá Roxana, la hija Sheccyd y el hijo Mijael.

Un día decidieron hacer un viaje especial a la ciudad de Puno para visitar a sus abuelos Mauro y Teodocia, quienes vivían en un pequeño pueblo llamado Huilacaya. Los abuelos tenían una hermosa plantación de papas, habas y quinua. Al llegar al pueblo, los abuelos recibieron con mucha alegría a la familia.

Había tanto amor en el aire que todos se sentían felices de estar juntos. Mauro les mostró la plantación y les explicó cómo cuidar las diferentes plantas. "¡Qué lindo lugar tienen aquí! ," exclamó Roxana emocionada.

"Sí, es maravilloso poder cultivar nuestra propia comida," respondió Mauro con orgullo. Un día, mientras exploraban los alrededores del pueblo, Mijael descubrió un camino misterioso que parecía llevar a lo profundo del bosque. Intrigado, decidió seguirlo sin decirle a nadie.

A medida que avanzaba, se dio cuenta de que estaba perdido. "¡Mijael! ¡Mijael! ¿Dónde estás? ," gritaba desesperadamente Sheccyd. "No lo veo por ningún lado," dijo Cesar preocupado.

Mientras tanto, Mijael seguía caminando hasta que llegó a un claro en el bosque donde vio algo brillante entre los árboles: era una planta de quinua gigante y reluciente. Se acercó cautelosamente y notó que había algo escrito en ella: "La verdadera fuerza está en tu interior".

Estas palabras resonaron en su corazón y entendió que debía confiar en sí mismo para encontrar el camino de regreso a casa. Recordando lo aprendido con sus abuelos sobre orientarse por las estrellas, logró regresar al pueblo justo a tiempo para la cena.

"¡Mijael! ¡Estábamos tan preocupados! ," exclamaron todos al verlo llegar sano y salvo. "Lo siento mucho por haberme alejado sin avisar. Pero aprendí algo importante hoy", dijo Mijael sonriendo. Esa noche compartieron una cena especial junto a los abuelos Mauro y Teodocia.

Todos estaban felices de estar juntos nuevamente y Mijael les contó sobre su aventura en el bosque y lo importante que es creer en uno mismo.

Así terminó este maravilloso viaje familiar lleno de enseñanzas valiosas y momentos inolvidables en Huilacaya. La familia se fue con el corazón lleno de amor y sabiduría gracias a la magia de ese lugar especial donde crecen las papas, habas y quinua bajo el cuidado amoroso de sus queridos abuelos.

Mauro and Teodocia"s loving care of their beloved grandchildren helped them grow into strong and confident individuals ready to face any challenge that life may bring their way.

FIN.

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