El Vendedor de Juguetes y la Magia de los Pedidos



En un pequeño pueblo llamado Juguetilandia, había un vendedor de juguetes llamado Don Tito. Era un hombre amable y siempre tenía una sonrisa en el rostro. Don Tito tenía una tienda llena de los juguetes más divertidos: pelotas que rebotaban alto, muñecas que hablaban y robots que hacían acrobacias. Pero lo que más le importaba a Don Tito eran los juguetes que hacían felices a los niños.

Un día, mientras organizaba los estantes de su tienda, notó algo preocupante. "¡Ay caramba! Solo me quedan dos carrozas de madera" - dijo mirando las estanterías con preocupación. Sabía que las carrozas eran muy populares entre los niños, especialmente con la llegada de una fiesta en el pueblo. "Debo hacer un pedido antes de quedarme sin stock" - pensó.

Como siempre estaba atento, Don Tito tomó su libreta de pedidos y escribió la cantidad necesaria. Pero justo cuando estaba por llamar al proveedor, la puerta de la tienda chirrió y entró una niña llamada Sofía.

"¡Hola, Don Tito!" - saludó ella entusiasmada. "Me encanta venir a tu tienda. ¿Tienes más carrozas?"

"Solo me quedan dos, Sofía. Pero tengo que pedir más para que todos los niños tengan la oportunidad de jugar" - respondió Don Tito con una sonrisa.

Sofía pensó un momento y luego dijo: "¿Podemos hacer algo para asegurarnos de que más amigos puedan tener una carroza?"

Don Tito se sonrió, le gustaba la idea. "¡Claro! , podríamos hacer una reunión con los niños del barrio y que cada uno elija su juguete favorito para que yo se lo pueda pedir al proveedor. Así nadie se quedará sin su juguete deseado".

Esa tarde, Don Tito y Sofía invitaron a todos los niños del barrio a unirse para hacer juntos una lista de juguetes. Los niños llegaron emocionados, cada uno con una idea diferente. Algunos querían muñecos, otros preferían juegos de mesa, y unos más deseaban coches a control remoto.

Mientras escribían la lista, Don Tito notó que otros juguetes también estaban bajando en stock. "¡Oh, no! ¡Las pelotas de fútbol también están desapareciendo!" - exclamó. "¡Vamos a sumar las pelotas a nuestro pedido!"

La reunión se volvió muy divertida, y al final tenían una gran lista de juguetes y sueños para compartir. Don Tito se sintió lleno de alegría no solo por ayudar a los niños, sino también porque había aprendido algo importante esa tarde: todos juntos, podían hacer que su tienda estuviese llena de magia y felicidad.

Al día siguiente, Don Tito hizo el pedido especial al proveedor. Cuando llegó el camión lleno de nuevos juguetes, la emoción fue indescriptible.

"¡Miren todos los juguetes nuevos!" - gritó Sofía, saltando de alegría.

"Gracias a ustedes, ahora todos los juguetes estarán aquí en Juguetilandia y NUNCA nos quedaremos sin ellos" - dijo Don Tito con una gran sonrisa.

Desde ese día, en cada fiesta o evento especial del pueblo, Don Tito siempre organizaba una reunión con los niños para que ellos pudieran elegir los juguetes que más amaban. Así, siempre sabía qué pedir y nadie se quedaba sin su pelotita, muñeca o cochecito.

Y así fue como Don Tito no solo se convirtió en el más querido vendedor de juguetes, sino que también enseñó a los niños la importancia de trabajar juntos, comunicar sus deseos y cuidar de sus cosas.

Y así, el pequeño pueblo de Juguetilandia siempre estuvo lleno de risas, creatividad y, por supuesto, juguetes felices.

FIN.

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