El Verano de las Sorpresas



En una pequeña ciudad, en medio de un verano ardiente, vivía un niño llamado Leo. A Leo le encantaba jugar al fútbol con sus amigos en el parque, pero este verano tenía un objetivo muy especial: encontrar una manzana roja que le prometió su abuela, decía que era la más deliciosa del mundo y que podía traerle suerte.

Un día, Leo decidió ir a la playa a refrescarse. Al llegar, vio un enorme árbol que daba sombra a un grupo de chicos que jugaban a la pelota.

"¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Leo entusiasmado.

"Claro, vení!" - respondieron los chicos.

Después de un rato de jugar, Leo se sintió un poco cansado y se sentó en la sombra de una silla que estaba junto al árbol. Mientras miraba al mar, sintió que algo le caía en la cabeza. Al mirar hacia arriba se dio cuenta que era una manzana roja, brillante, que había caído del árbol. Rápidamente se levantó y gritó:

"¡Miren! Encontré la manzana de mis sueños!"

Pero antes que pudiera alcanzarla, una perra pequeña y juguetona apareció y la tomó justo antes que Leo.

"¡Espera! ¡Esa es mi manzana!" - gritó Leo, mientras corría tras la perra.

La perra, emocionada, corrió hacia la playa. Leo no se dio por vencido. Mientras corría, notó que la perra corría hacia la agua y se metía.

"¡No! ¡No te vayas tan lejos!" - le gritó Leo, asustado.

Y fue entonces cuando se dio cuenta de que la perra se había metido solo para recoger un objeto brillante que estaba flotando. Leo se acercó más y vio que era un viejo marcador de colores. La perra nadó hasta la orilla y dejó el marcador a sus pies, junto a la manzana.

"Gracias, amiguita!" - dijo Leo, acariciando a la perra, que movía la cola feliz.

Sorprendido y divertido, junto a su manzana y el marcador, regresó a sus amigos que todavía jugaban a la pelota.

"Miren lo que encontré!" - dijo Leo, mostrándoles la manzana y el marcador.

"¡Qué increíble!" - exclamó uno de sus amigos. "Deberías contarle a la maestra del colegio sobre esto. Seguro le encanta."

Así que juntos fueron al colegio, donde la maestra les habló sobre el valor de las cosas que encontramos en el camino y cómo, a veces, las sorpresas pueden llegar de las maneras más inesperadas.

"El marcador puede que no sea tan impresionante como una verdadera joya, pero puede ayudar a crear algo hermoso" - dijo la maestra.

"Como hacer una carta a nuestros amigos!" - sugirió una de las chicas.

Y así nació la idea de hacer una gran carta para la comunidad, incluyendo dibujos y historias, usando el marcador y la inspiración de su aventura. Todos se pusieron a trabajar y, al final, crearon una carta enorme decorada con sus dibujos de la playa, el árbol, las manzanas y la perra feliz.

Cuando terminaron, decidieron enviar la carta a la prensa local, y para su sorpresa, salió publicada en el diario.

El verano de Leo no solo se llenó de diversión y fútbol, sino que además se volvió inolvidable porque había aprendido que hay que estar abierto a lo indescifrable, a lo inesperado y que, a veces, una simple manzana puede desencadenar una serie de eventos que llenan de alegría a todo un barrio.

Al final del verano, Leo se sentó bajo el árbol, mirando al mar mientras disfrutaba de un helado delicioso, con la perra a su lado y sus amigos, sintiéndose el niño más afortunado del mundo.

FIN.

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