El Verano de Novita



Era un caluroso día de verano en la ciudad de Buenos Aires. Novita, un joven maestro de un colegio primario, decidió llevar a sus estudiantes a una excursión a la playa. Novita era un chico amable y cariñoso, pero había un pequeño secreto en su corazón: le gustaba una de sus alumnas, una niña llamada Sofía. Sin embargo, Novita sabía que tenía que mantener un comportamiento profesional y respetar su lugar como maestro.

El autobús llegó a la playa y todos los niños salieron emocionados al ver la arena y el mar.

"¡Miren! ¡El mar!", gritó uno de los chicos.

"¡Vamos a jugar!", exclamó Sofía en medio de risas.

Durante el día, los niños jugaron a construir castillos de arena y a buscar conchitas. Novita los observaba con una sonrisa. Pero mientras él sonreía, no podía dejar de pensar en Sofía, quien brillaba como el sol con su alegría y energía.

Una vez que los niños decidieron descansar, Sofía se acercó a Novita.

"Maestro Novita, ¿por qué nunca se ríe con nosotros?", le preguntó con curiosidad.

"Es que tengo que ser el maestro, Sofía. Pero me divierto mucho viéndolos jugar", respondió Novita, intentando ocultar sus verdaderos sentimientos.

El día continuó, y mientras todos disfrutaban de la playa, una tormenta repentina se acercó. Las nubes comenzaron a oscurecer el cielo y los vientos a soplar.

"¡Rápido, todos al autobús!", ordenó Novita, queriendo asegurarse de que los niños estuvieran a salvo.

Todos corrieron hacia el autobús, pero cuando contaron a los niños, se dieron cuenta de que faltaba uno.

"¡Sofía!", gritó Novita con tosquedad.

"¡No me dejen aquí!", se oyó la voz de Sofía que venía del otro lado de la playa. Ella había visto unas flores hermosas y había corrido hacia allí.

Novita sintió cómo el corazón le dio un vuelco.

"Sofía, ven aquí!", gritó, mientras corría hacia ella.

"Pero maestro, ¡mira qué lindas son!", dijo Sofía mostrando una flor colorida.

Novita se detuvo por un segundo, sorprendido por la belleza de la flor y la inocencia de Sofía.

"Son hermosas, pero hay que irse ya. ¡La tormenta se acerca!", le recordó, mientras se acercaba para tomarla de la mano.

Finalmente, Novita logró llevar a Sofía de vuelta al autobús, y todos se resguardaron de la lluvia. Los niños estaban un poco asustados, pero Novita, con su voz suave, les contó cuentos y canciones hasta que la tormenta pasó.

"Gracias, maestro", dijo Sofía al finalizar su relato.

"De nada, Sofía. Siempre que estemos juntos, encontraremos la manera de enfrentar cualquier tormenta", respondió Novita, sonriendo.

Mientras volvían al colegio, Novita se dio cuenta de que aunque sus sentimientos por Sofía no podían ser correspondidos de la manera que él deseaba, eso no importaba. Lo importante era que ella se sintiera feliz y a salvo. Esa era la verdadera alegría de ser maestro.

Al regresar a la escuela, Novita decidió que se enfocaría en ser el mejor maestro que pudiera ser.

"No siempre las cosas salen como uno quiere", pensó. "Pero hay mucho que aprender y disfrutar en cada momento".

Y así, con el tiempo y con mucho amor por sus alumnos, Novita se convirtió en un maestro querido y respetado. Nunca dejó de sonreír y, aunque sabía que su amor por Sofía era platónico, siguió cultivando su pasión por la enseñanza, sembrando en cada niño las semillas de la curiosidad y la alegría.

Fin.

FIN.

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