El verano de Valentina en Calca



Era una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Calca, Valentina, una niña curiosa y activa, esperaba con ansias sus vacaciones de verano para poder viajar a la casa de su abuela. Desde los nueve años, Valentina había creado un lazo especial con ese lugar, donde podía disfrutar de la naturaleza y aprender muchas cosas nuevas.

Valentina solía visitar a su abuela los viernes y sábados, dejando que la magia del campo la envolviera. En primavera, cuando todo estaba florido y la llovizna refrescante se sentía en el aire, era su momento favorito para visitar.

Cada vez que llegaba a la casa de su abuela, se encontraba con un paisaje lleno de colores y sonidos que despertaban su curiosidad. Los árboles frutales, las flores silvestres y el canto de los pájaros la hacían sentirse en un lugar mágico.

Un día, mientras paseaba por el campo, Valentina encontró a una mariposa con las alas rotas. Sin dudarlo, decidió cuidarla y protegerla, construyendo un pequeño refugio con un tarro y hojas. Todos los días, Valentina revisaba a la mariposa, le daba agua y observaba cómo poco a poco sus alas sanaban.

Valentina aprendió la importancia de cuidar a los seres vivos y la paciencia que se requería para ver resultados. Con el tiempo, la mariposa recuperó su fuerza y voló libre, recordándole a Valentina que, a pesar de las dificultades, siempre hay esperanza.

El verano llegó a su fin, y Valentina volvió a la ciudad con su familia. Sin embargo, llevaba consigo una lección valiosa: el cuidado de la naturaleza y la importancia de ayudar a quienes lo necesitan.

A partir de ese momento, Valentina se convirtió en defensora del medio ambiente en su escuela y en su vecindario, inspirando a otros a seguir sus pasos y a proteger el entorno. Su verano en Calca no solo le había regalado momentos mágicos, sino también un propósito que marcaría su vida para siempre.

FIN.

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