El Verano Inesperado en Entre Ríos



Era un caluroso día de verano en la provincia de Entre Ríos. Natalia y Sofía, dos amigas inseparables, se preparaban para disfrutar de un día en la playa. La brisa suave del río y el canto de los pájaros les anunciaban que sería una jornada especial.

-Natalia: ¡Sofía, ya estoy lista! ¿Te parece si vamos a la playa ya? -dijo mientras saltaba de emoción.

-Sofía: ¡Sí! No puedo esperar a jugar en la arena y nadar en el río. Espero que el sol brille todo el día.

Las chicas tomaron sus mochilas y comenzaron a caminar hacia la playa. Mientras tanto, en la selva cercana, un puma vigilaba desde la distancia. Era un puma joven, curioso y decidido a explorar el mundo más allá de su hogar.

El puma se llamaba Tomás, y a pesar de ser un gran cazador, su verdadero deseo era hacer amigos y aprender sobre la vida en la playa, donde había visto a los humanos jugar y reír.

Mientras Natalia y Sofía disfrutaban de la arena y el agua, Tomás se acercó sigilosamente, sintiendo la calidez del sol sobre su piel.

-¿Qué hará un puma aquí? -preguntó Natalia, al notar que algo se movía cerca de los árboles.

-Sofía: Puede que esté perdido. Deberíamos acercarnos -sugirió, siempre con un corazón valiente.

Las dos chicas se acercaron un poco cautelosas, pero al ver que Tomás parecía amistoso, decidieron hablarle.

-Natalia: Hola, amigo. ¿Estás bien? -preguntó con una voz suave.

-Tomás: Hola. Soy Tomás. Estaba observando lo que ustedes hacen y quería saber si podría unirme -respondió el puma con timidez.

-Sofía: ¡Por supuesto! Pero, ¿sabes nadar? -dijo emocionada.

-Tomás: No, pero puedo aprender. ¿Me enseñan? -dijo Tomás con esperanza.

Natalia y Sofía se miraron y asintieron. Lo invitaron a la orilla del río, donde empezaron a jugar juntos.

Con risas y chapoteos, las chicas le enseñaron a Tomás a moverse en el agua. Al principio, el puma se sentía incómodo, pero pronto se dio cuenta de que saltar y jugar era muy divertido.

-Por favor, Tomás, intenta hundirte un poco y luego salir. Eso te ayudará a flotar -le explicó Natalia mientras lo ayudaba a nadar poco a poco.

Los tres amigos comenzaron a hacer carreras de natación. Tomás, aunque no era un pez, se esforzaba por seguir el ritmo de las chicas. Jugaron hasta que el sol comenzó a bajar y el cielo se llenó de estrellas.

De repente, un grupo de chicos llegó a la playa. Eran burbujas de risa y alegría, pero cuando vieron a Tomás, se quedaron paralizados.

-¡Miren! ¡Un puma! -gritó uno de ellos.

Los chicos comenzaron a correr en todas direcciones, aterrados, excepto uno que se acercó lentamente.

-¿Por qué están corriendo? -preguntó el chico valiente.

-Sofía: Porque Tomás es nuestro amigo -respondió ella con seguridad.

El chico, llamado Lucas, se acercó un poco más y vio que Tomás estaba jugando.

-Lucas: ¿Es verdad? ¿Un puma amigo? -preguntó mientras su miedo se disipaba.

-Natalia: Sí, Tomás nos está enseñando sobre su mundo. Si le das una oportunidad, te sorprenderías. -dijo con una sonrisa.

Lucas decidió acercarse más y, con precaución, se sentó en la arena al lado del puma.

-Lucas: Puede que todos tengamos algo que aprender unos de otros. -dijo, sonriendo hacia Tomás. -Me gustaría jugar también. ¿Puedo?

-¡Claro! -gritaron Natalia y Sofía al unísono.

Así fue como Tomás, el puma, no solo aprendió a nadar, sino que también hizo nuevos amigos. La playa se llenó de risas y juegos mientras cada uno compartía algo del otro, demostrando que las diferencias no importan cuando hay corazón y ganas de aprender juntos.

Cuando el sol se ocultó completamente, Natalia, Sofía y Lucas, junto a Tomás, se despidieron de la playa con el corazón lleno de alegría.

-Tomás: Gracias, amigos, por enseñarme a nadar y por ser mis amigos. ¡Los veré mañana! -dijo mientras se marchaba lentamente hacia la selva.

-Sofía: ¡Sí, somos un gran equipo! ¡Hasta mañana, Tomás! -gritó mientras levantaba la mano en señal de despedida.

Natalia y Sofía se miraron con complicidad.

-Natalia: Este verano será inolvidable -dijo, sonriendo.

-¡Sí! -respondió Sofía mientras el viento suave acariciaba sus rostros. -Todo es posible si tenemos amigos como Tomás.

Y así, en la provincia de Entre Ríos, nació una amistad que enseñó a todos que las diferencias son lo que nos hace únicos, y un verano mágico lleno de aventuras y aprendizajes había comenzado.

FIN.

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