El Verano Mágico en Iquique
Era un caluroso día de verano y los primos, Lucía y Martín, estaban emocionados, ya que había llegado el momento de su esperado paseo a la playa de Iquique. La familia había planificado este viaje durante meses, y finalmente el día había llegado.
Cuando llegaron, el mar brillaba como un enorme espejo de cristal azul, y la brisa marina acariciaba su rostro.
"¡Mirá el mar, Lucía! Es más grande de lo que imaginaba", exclamó Martín, corriendo hacia la orilla.
"¡Sí! Y la arena es tan suave. Vamos a construir un castillo de arena gigante", respondió Lucía con entusiasmo.
Los dos primos pasaron la mañana construyendo un castillo imponente, decorado con conchas y palitos. Pero mientras jugaban, Martín notó algo extraño en el agua.
"¡Lucía! Mirá eso… ¿Qué será?" dijo señalando.
"No sé, ¡vamos a investigar!", contestó Lucía, dejando temporalmente el castillo.
Al acercarse al agua, descubrieron que era una pequeña tortuga atrapada entre las algas.
"¡Pobrecita! Necesitamos ayudarla", dijo Martín, preocupado.
"¡Sí! Vamos a sacarla de ahí", agregó Lucía, con determinación.
Juntos, con mucho cuidado, comenzaron a despejar las algas que atrapaban a la tortuga. Después de varios minutos de trabajo, finalmente la tortuga pudo nadar libre.
"¡Lo logramos! ¡Qué bien!", gritaron al unísono, aplaudiendo su propia hazaña.
De pronto, una voz detrás de ellos interrumpió su alegría. Era el maestro del colegio, el Sr. Fernández, que estaba disfrutando de sus vacaciones en Iquique también.
"¡Qué gran trabajo han hecho! Los felicito, chicos", dijo el maestro con una sonrisa.
"Gracias, Sr. Fernández. La tortuguita estaba atrapada y no podíamos dejarla así", explicó Martín orgulloso.
"Es muy importante cuidar de nuestro entorno. Cada pequeño gesto cuenta para proteger a las criaturas que habitan en él", les dijo el maestro.
La conversación con el maestro hizo que Lucía y Martín se sintieran aún más inspirados. Así que, a partir de ese momento, decidieron que querían hacer una limpieza de playa, para ayudar a que el lugar donde estaban fuera aún más bonito.
"Vamos a reunir a otros niños para que nos ayuden", propuso Lucía, llena de energía.
Con la ayuda de su familia, los primos comenzaron a recoger basura junto con otros niños que se unieron a la causa.
"¡Esto es genial! ¡La playa se ve mucho mejor!", dijo una niña que había traído a su hermano.
La limpieza se transformó en un juego, y rápidamente conectaron con otros niños que estaban disfrutando del día.
"Juntos podemos hacer una gran diferencia", comentó Martín mientras llenaban sus bolsas con residuos.
Al final del día, la playa lucía mucho más limpia y todos estaban felices. Al despedirse, prometieron organizar una limpieza más grande para el próximo verano.
De regreso a casa, Lucía y Martín estaban muy contentos.
"¿Te das cuenta, Martín? No solo tuvimos un día de playa, ¡también ayudamos a salvar la tortuga y a limpiar!", dijo Lucía emocionada.
"Sí, fue el mejor verano de todos. ¡Y lo mejor es que podemos aprender a cuidar nuestro planeta mientras jugamos!", respondió Martín.
Y así, los primos no solo disfrutaron de su verano en Iquique, sino que también aprendieron el verdadero valor de cuidar el medio ambiente. Prometieron seguir haciendo pequeños gestos en su vida diaria, porque sabían que cada acción contaba para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.