El Verano Ruso de Delfina
Era un hermoso día de verano en Buenos Aires. Guadalupe y Delfina habían esperado con ansias la visita de la familia de Delfina que, por primera vez, venía desde Rusia. Las dos amigas estaban emocionadas por los reencuentros y las aventuras que vivirían juntas.
Cuando la familia de Delfina llegó, la casa se llenó de risas y abrazos.
"¡Hola, Delfi! - exclamó Guadalupe- ¿No puedo creer que por fin estés aquí?"
"¡Sí! - respondió Delfina con una gran sonrisa- Estoy tan feliz de estar con vos y mi familia."
Bajaron al parque donde solían jugar cuando eran más pequeñas. Allí se encontraron con varios amigos de la infancia que no habían visto en años.
"¡Mira, Guada! - dijo Delfina emocionada- ¡Son nuestros amigos de chiquitas!"
"Sí, ¡no puedo creerlo! ¡Vamos a saludarlos!" respondio Guada.
Los amigos estaban jugando al fútbol, y al verlas, corrieron a saludarlas.
"¡Delfina! ¡Guadalupe! - gritaron al unísono- ¡Cuánto tiempo sin verlas!"
"Es genial que estés aquí, Delfina - dijo Tomás, uno de sus amigos - ¿Te acordás de las veces que jugábamos en el parque?"
"¡Claro que sí! - respondió Delfina, mirando a sus amigos con nostalgia. - ¡Era muy divertido!"
Entre juegos y risas, Delfina vio a su mamá sentada en un banco del parque, mirándolas con alegría.
"¡Mamá! - gritó Delfina - vení a jugar con nosotros!"
La mamá se acercó, y todos juntos comenzaron a jugar al fútbol, creando una atmósfera de alegría increíble.
Mientras jugaban, Delfina decidió compartir con sus amigos algo especial.
"Chicos, - dijo Delfina mientras pasaba la pelota - quiero contarles que mi familia en Rusia tiene una tradición muy linda, hacen un picnic cada verano. ¿Por qué no hacemos uno nosotros también?"
"¡Esa es una idea genial! - dijo Guadalupe con entusiasmo - ¡Podemos traer comida y preparar todo juntos!"
Así que se organizaron y, al día siguiente, cada uno trajo algo especial para el picnic. Unos trajeron frutas frescas, otros sándwiches, y Delfina llevó galletas típicas rusas que su mamá había preparado.
"¡Mmmm, estas galletas huelen riquísimo! - dijo Tomás mientras devoraba una. - ¿Cómo se llaman?"
"Se llaman 'prjaniki', son muy populares en Rusia. - explicó Delfina con orgullo. - son un símbolo de amistad y cariño."
Todos disfrutaron de la comida y se contaron historias sobre sus familias y lugares favoritos. Fue un día lleno de risas, buena compañía y nuevos recuerdos. Pero a medida que el sol comenzó a ponerse, Delfina se sintió un poco triste.
"¿Qué pasa, Delfi? - preguntó Guadalupe, notando su expresión. - ¿No te divertiste?"
"¡Sí! - respondió Delfina- pero me doy cuenta de cuánto extraño a mi familia en Rusia. Me encanta estar aquí con ustedes, pero a veces siento que estoy lejos de mi otra casa."
Guadalupe pensó un momento y luego dijo:
"Entiendo cómo te sentís, Delfi. A veces yo también extraño a mi familia cuando viajan. Pero lo bueno es que siempre podemos crear nuevos recuerdos juntos. ¡Y podés contarles todo lo que hiciste aquí!"
"¡Tenés razón, Guada! - dijo Delfina, iluminándose de nuevo - ¡Voy a contarles de este picnic y de lo bien que la pasé con mis amigos!"
Las dos amigas se miraron y sonrieron. En ese momento, comprendieron que la amistad y el amor trascienden distancias.
"Y cuando te vuelvas a Rusia, Delfi, también hagamos un picnic allá! - sugirió Guadalupe.
"¡Sí! ¡Eso sería increíble! - exclamó Delfina- Y así podríamos unir nuestros dos mundos. ¡Prometido!"
Así, entre juegos y risas, las tres generaciones (amigos de la niñez, mamá de Delfina y las dos amigas) celebraron el bello lazo de la amistad, sabiendo que aún a miles de kilómetros, siempre estarían cerca del corazón.
FIN.