El verdadero brillo de Valentina
Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Valentina. Era una niña muy especial, pero sentía que no era tan bonita como sus compañeras de clase. Por eso, cada mañana, Valentina se pasaba horas en el espejo poniendo maquillaje. Nunca salía sin estar perfectamente arreglada, ya que creía que así podría ser más atractiva.
Un día, en la clase de arte, Valentina se sentó al lado de un chico nuevo llamado Lucas. Lucas era el niño más lindo de la escuela, con una sonrisa que iluminaba el aula. Valentina no podía dejar de mirarlo y, justo cuando él se dio cuenta, el corazón de ella dio un vuelco.
"Hola, soy Lucas. ¿Te gusta pintar?" - le preguntó con una sonrisa.
"Sí, me encanta" - respondió Valentina, sintiendo un cosquilleo en su estómago.
A medida que pasaban los días, Valentina y Lucas se volvieron grandes amigos. Pasaban el recreo juntos, compartían sus sueños y se reían de las ocurrencias de sus compañeros. Valentina se sentía cada vez más feliz, pero también cada vez más insegura al pensar que él solo se había fijado en ella por el maquillaje.
Una tarde, mientras estaban dibujando bajo un árbol, Valentina decidió decirle la verdad.
"Lucas, tengo que confesarte algo. Muchas veces me siento insegura de cómo soy en realidad. Uso maquillaje porque creo que no soy bonita" - dijo, mirando hacia abajo.
Lucas la miró sorprendido.
"Pero Valentina, para mí no importan mucho las apariencias. Eres divertida, inteligente y muy talentosa. Tu belleza está en quién eres, no en lo que usas" - le contestó, sonriendo de oreja a oreja.
Valentina se quedó sin palabras. Nunca había pensado que alguien pudiera ver más allá de su maquillaje. Agradecida, decidió que a partir de ese momento, intentaría mostrar su verdadero yo.
Entonces, un día, mientras todos se preparaban para un evento de arte en la escuela, Valentina decidió que no usaría maquillaje. Quería que Lucas la viera tal como era. Días después, llegó el evento y, aunque se sentía un poco nerviosa, respiró hondo y se presentó.
Cuando Lucas la vio, su cara se iluminó.
"Valentina, ¡te ves increíble!" - exclamó, sorprendido y sonriendo ampliamente.
"Gracias, Lucas. Hoy no tengo maquillaje. Quería mostrarte quién soy en realidad" - contestó ella, sintiendo que se le soltaba un gran peso de encima.
Desde aquel día, Valentina sintió que podía ser auténtica y no tenía que esconderse detrás de un velo de colores. La amistad con Lucas floreció en algo más, algo especial que llamearon juntos, donde la belleza de los dos radicaba en su sinceridad y conexión.
Así, Valentina aprendió que la verdadera belleza viene de dentro, y que lo que cuenta en una amistad o un amor no es la apariencia, sino lo que llevamos en el corazón.
FIN.