El Verdadero Regalo de Navidad
Marta era una chica a la que le encantaba vivir la vida a lo grande. Siempre exageraba con sus reacciones y sus deseos. Un día, mientras se preparaba para la Navidad, su felicidad se desvaneció de repente. En medio de la cocina, vio a sus padres organizando algunas cosas. Al acercarse, notó que estaban vendiendo sus juguetes más caros.
- ¿Por qué hacen esto? ¡No puede ser! - exclamó Marta, con los ojos abiertos de par en par.
Sus padres, con un gesto triste pero decidido, le respondieron:
- Marta, este año no nos alcanza el dinero para comprar el regalo de Navidad de tu hermanito. Es una situación complicada.
Marta se sintió muy confundida. Había estado esperando la llegada de Santa, y la idea de que él no llegara este año le rompía el corazón. Pero en lugar de deprimirse, Marta decidió que debía hacer algo.
- ¡Eso no puede ser! - dijo mientras se cruzaba de brazos, tratando de mantener su enfado en lugar de derrumbarse.
- No podemos hacer nada, querida. - Le explicó su mamá - Pero podemos hacer un esfuerzo para que tengamos una Navidad especial, más allá de los regalos.
Marta no estaba convencida, pero decidió involucrarse en la tarea de preparar la Navidad. Comenzó a hacer tarjetas de felicitación y decoraciones con su papá, lo que al principio le pareció aburrido. Pero a medida que pasaba el tiempo, comenzó a disfrutarlo. De repente, la risa y la creatividad se apoderaron de su hogar.
Pasaron los días, y a pesar de que Marta aún se sentía un poco triste por la situación, comenzó a ver cosas nuevas. Un día, su papá sugirió:
- ¿Por qué no hacemos una colecta de juguetes en el barrio? A veces los vecinos tienen cosas que ya no usan y podrían regalarlas a los que lo necesitan.
A Marta le brillaron los ojos. La idea le pareció increíble. Fue a hablar con sus vecinos y, para su sorpresa, todos se sumaron a la causa. Coleccionaron juguetes, libros y juegos que ya no usaban y armaban una gran caja. Cada día Marta veía que más y más gente se unía a la colecta.
- Miren todo lo que estamos juntando, ¡esto es maravilloso! - gritó, saltando de alegría.
Finalmente, el día de la entrega de los juguetes llegó. Marta y su papá llevaron la caja a un hogar de niños, donde eran recibidos con sonrisas y abrazos. En ese instante, Marta se dio cuenta de que la verdadera magia de la Navidad no eran los regalos, sino el dar y compartir con los demás.
Al llegar a casa, cansada pero feliz, encontró una pequeña nota en su cama.
- Marta, gracias por tu generosidad y por compartir tu espíritu navideño. - decía la nota - Santa sí vino. Te dejó un pequeño regalo y una gran sorpresa.
Marta corrió hacia la cocina y vio a su hermanito jugando con un nuevo juguete que Santa había dejado para él. Entró en el mundo de nuevo, rodeada de amor, alegría y risas.
- ¿Viste, mamá? - dijo emocionante - Santa sí vino, después de todo. Y ¡esto es el mejor regalo de todos!
Desde ese día, Marta nunca volvió a ver la Navidad de la misma manera. Entendió que aunque a veces no todo sale como uno espera, siempre se pueden encontrar formas nuevas de celebrar y ser felices.
A partir de ese año, Marta se convirtió en una defensora del compartir y la ayuda mutua, recordando siempre que lo más grande no siempre está en el tamaño, sino en la cantidad de amor que compartimos.
Y así, cada Navidad, Marta también organizaba una colecta de juguetes, asegurándose de que todos tuvieran un regalo y, al mismo tiempo, recordando que el verdadero regalo es el compartir y el amor que damos a los demás.
FIN.