El Verdadero Tesoro de la Amistad
Era un día soleado en la escuela de la calle Cuentos, y tres amigas inseparables, Mónica, Guada y Lila, estaban muy emocionadas por el concurso de talentos que se iba a llevar a cabo esa tarde. Las tres tenían un gran sueño: ¡querían actuar juntas!
Mónica siempre había sido la más extrovertida y soñadora. Era conocida por su voz melodiosa y su amor por el canto. Guada, por otro lado, era una talentosa bailarina. Y Lila era una gran cómica, siempre haciendo reír a sus amigas. Sin embargo, había algo que se interponía en su camino: el nuevo compañero de clase, Germán, un chico rubio que había llegado a la escuela recientemente. Las tres se habían encariñado con él y, sin querer, comenzaron a competir por su atención.
"¡Germán, vení a escucharme cantar!" - gritó Mónica un día mientras ensayaba en el patio.
"¡No! ¡Mejor vení a ver cómo bailo!" - interrumpió Guada, moviendo los brazos en el aire.
"¡Chicas, dejen de pelear! Germán puede vernos a las dos. Pero primero ¡mira lo que tengo preparado para el concurso!" - dijo Lila, girando sobre sí misma y haciendo sus mejores chistes.
La tensión creció cuando las tres decidieron que iban a actuar solas en el concurso. Ninguna quería compartir el escenario con las otras, y la amistad que las unía comenzó a desmoronarse.
Llegó el día del concurso. El teatro estaba lleno de padres y compañeros de clase. Las luces brillaban, y cada una se preparaba nerviosamente para su actuación. Mónica fue la primera, y su voz resonaba con dulzura. Germán sonrió y aplaudió con entusiasmo. Después le tocó a Guada, que sorprendió a todos con unos increíbles pasos de baile, y Germán la miró admirado. Finalmente llegó el turno de Lila, quien hizo reír a todos con su actuación cómica, y Germán se divertía a carcajadas.
Cuando terminó el concurso, se acercaron a Germán, ansiosas por saber cuál había sido su favorita.
"Eh... Chicas... todos hicieron un gran trabajo..." - dijo Germán, un poco incómodo ante la presión.
Las tres amigas se miraron entre sí, esperando que él eligiera a una de ellas. Sin embargo, Germán sonrió y dijo:
"Lo que realmente me gustó fue ver cuán talentosas son y cómo cada una tiene un estilo único. ¡Pero no entiendo por qué tienen que pelear por mí!"
En ese momento, Mónica, Guada y Lila se dieron cuenta de lo tonto que había sido competir entre ellas. Se miraron, sintiendo un profundo remordimiento.
"Siento mucho haberte ignorado, Lila" - dijo Mónica, bajando la cabeza.
"Yo también lo siento, chicas. Deberíamos haber actuado juntas, la amistad es lo más importante" - respondió Guada.
"¡Exactamente! Ninguna actuación vale más que nuestras risas y nuestros buenos momentos juntas" - añadió Lila, sonriendo con sinceridad.
Esa tarde, después del concurso, decidieron hacer las paces. Germán las miró con admiración y les preguntó si querían formar un grupo de talentos. Juntos podrían cantar, bailar, y contar chistes. Las tres, encantadas, aceptaron de inmediato y formaron un fabuloso grupo, conocido como "Las Chicas del Talento".
Aprendieron que la amistad es más valiosa que cualquier competencia y que apoyarse mutuamente siempre da mejores resultados que pelearse. Desde entonces, Mónica, Guada y Lila continuaron brillando juntas, y su talento se convirtió en una hermosa celebración de la amistad.
Y así, como siempre, vivieron felices, creando nuevos recuerdos llenos de risas y música, con Germán como parte de su gran aventura en la escuela de la calle Cuentos.
FIN.