El verdadero valor de la amistad
Era un día soleado en el barrio de Villa Verde, y los niños jugaban felices en el parque. Entre esos niños estaba Álvaro, un chico de risa contagiosa y ojos traviesos. Pero, como muchos de sus amigos pronto descubrirían, Álvaro no siempre era el amigo que aparentaba ser.
Un día, mientras todos se reunían para jugar al fútbol, Simón, el más pequeño del grupo, llegó emocionado y exclamó:
"¡Chicos, chicos! ¡Tengo una pelota nueva para jugar!"
Álvaro miró la pelota con interés, pero en lugar de alegrarse con Simón, dijo:
"¿En serio? Esa pelota parece muy barata. ¿Querés que la rompa en el partido?"
Simón se quedó en silencio, sintiendo que su alegría se desvanecía. Los otros niños lo miraron con desconfianza, algunos murmuraron:
"No te preocupes, Simón. ¡Tu pelota es genial!"
A medida que pasaban los días, Álvaro comenzó a hacer comentarios sarcásticos sobre todo lo que hacían sus amigos. Un día, mientras jugaban a las escondidas, encontró a Lautaro escondido detrás de un árbol.
"Mirá a Lautaro, ¡es el mejor escondite!"
"¡Deja de burlarte, Álvaro!"
Los amigos empezaron a preocuparse por cómo Álvaro estaba afectando la diversión del grupo. Así que, un día, decidieron hablar con él.
"Álvaro, necesitamos charlar contigo. Nos estamos sintiendo un poco mal por tus comentarios. ¿Por qué no te comportás mejor?"
"¿Yo? Bah, yo solo digo lo que pienso, no sé por qué se lo toman así"
Desanimados, los amigos se alejaron, preguntándose si podrían cambiar a Álvaro. Pero justo cuando todo parecía oscuro, una mañana, Simón encontró a Álvaro en el parque, solo y triste.
"¿Qué te pasa, Álvaro?"
"Nadie quiere jugar conmigo..."
Simón, a pesar del dolor que le había causado, decidió ser un buen amigo.
"Vamos a jugar juntos, no te preocupes. A veces, la gente necesita un poco de tiempo para entender las cosas"
A medida que pasaba el tiempo, Simón y Álvaro comenzaron a jugar juntos. Simón le contaba historias y le hacía reír. Un día, mientras jugaban, Álvaro se dio cuenta de algo.
"Siempre me has tratado bien, y no sé por qué he sido así. Creo que he estado un poco confundido"
"Está bien, Álvaro. Todos podemos aprender. Lo importante es que querés mejorar"
Desde ese día, Álvaro se esforzó por ser un mejor amigo. Comenzó a ser más amable y a dejar de lado sus burlas. Juntos, los amigos aprendieron que la verdadera amistad se basa en el respeto y la alegría compartida. Ya no había palabras hirientes, solo risas y juegos.
Así, el grupo de amigos se unió más que nunca, y Álvaro se convirtió en un compañero leal. Terminando cada juego con sonrisas y un verdadero sentido de comunidad.
A veces, cuando un amigo parece no ser bueno o simpático, solo necesita un poco más de amor y comprensión. Y así, el parque siguió siendo un lugar lleno de risas, enseñando a todos que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo.
FIN.