El vestido de la abuela


Felicitas estaba muy emocionada por el casamiento de su abuelo. Era un día muy especial para toda la familia y ella quería lucir su mejor vestido.

Pero cuando abrió su armario, se dio cuenta de que no tenía nada adecuado para la ocasión. - ¡Ay, qué difícil! No sé qué ponerme - suspiró Felicitas con tristeza.

Su mamá entró en la habitación y al verla preocupada le preguntó:- ¿Qué pasa, mi amor? ¿Por qué estás tan triste? - Es que no tengo nada que ponerme para el casamiento del abuelo. Todo lo que tengo es demasiado informal o demasiado formal - explicó Felicitas con desánimo. - Bueno, no te preocupes tanto por eso.

Seguro que podemos encontrar algo bonito y adecuado para ti - dijo su mamá tratando de animarla. Juntas comenzaron a buscar entre los vestidos de Felicitas, pero ninguno parecía ser el indicado para la ocasión.

Entonces recordaron una vieja caja en el sótano donde guardaban ropa antigua de la familia. - Vamos a echar un vistazo allí - sugirió su mamá. Cuando llegaron al sótano encontraron la caja y comenzaron a rebuscar entre las prendas antiguas.

De repente, Felicitas encontró un vestido blanco con bordados dorados que le encantó. - ¡Mamá! Este es el vestido perfecto para mí - exclamó emocionada Felicitas mientras se lo probaba frente al espejo del sótano.

El vestido le quedaba como si hubiera sido hecho especialmente para ella: le llegaba hasta los tobillos, tenía mangas cortas y un cinturón dorado que resaltaba su cintura. Felicitas estaba feliz de haber encontrado algo tan bonito para el casamiento.

Pero cuando salieron del sótano, se dieron cuenta de que faltaban pocos minutos para la ceremonia y no habían tenido tiempo de arreglarse bien. De repente, una idea vino a la mente de Felicitas.

- ¡Mamá! ¿Qué tal si nos ponemos creativas? Podríamos hacer algunos accesorios para el vestido con cosas que tengamos en casa - dijo con entusiasmo. Su mamá sonrió al ver su ingenio y juntas comenzaron a buscar por toda la casa objetos que pudieran usar como accesorios.

Encontraron una vieja diadema dorada, unas pulseras plateadas y unos zapatos blancos con detalles dorados. Con todo listo, Felicitas se miró en el espejo y quedó sorprendida por lo hermosa que lucía. Su vestido blanco combinaba perfectamente con los accesorios dorados y plateados.

Se sentía como una verdadera princesa. - Mamá, gracias por ayudarme a encontrar el vestido perfecto para el casamiento del abuelo - dijo emocionada Felicitas mientras le daba un fuerte abrazo. - No hay nada que agradecer, mi amor.

Lo importante es siempre buscar soluciones creativas ante cualquier problema - respondió su mamá orgullosa de ella.

Felicitas aprendió esa tarde que no siempre necesitas tener las mejores prendas o los accesorios más caros para lucir hermosa: lo importante es ser creativa y buscar soluciones ingeniosas. Y así, feliz y radiante, Felicitas se dirigió al casamiento de su abuelo con la seguridad de que lucía hermosa por dentro y por fuera.

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