El viaje a la luna de Lucas y sus amigos



Era un día soleado en el barrio de Lucas. El sol brillaba en lo alto y los pájaros cantaban felizmente. Lucas, un niño curiosamente soñador, siempre miraba hacia el cielo y se preguntaba qué había más allá de las nubes.

"¿Qué habrá en la luna?", le preguntaba a sus amigos.

"No lo sé, pero me gustaría averiguarlo", respondía Sofía, su mejor amiga, con una gran sonrisa.

"Sí, yo también quiero ir!", decía Tomás, siempre listo para la aventura.

Los tres amigos pasaban horas en la biblioteca del barrio, estudiando todo lo que podían sobre el espacio y la luna. Leían libros sobre astronautas, cohetes y planetas. Un día, mientras hojeaban un libro lleno de imágenes de naves espaciales, Lucas tuvo una brillante idea.

"¡Podemos construir un cohete!", propuso Lucas emocionado.

Sofía y Tomás miraron a Lucas con ojos sorprendidos.

"¿De verdad?", preguntó Sofía.

"¡Claro! Con materiales que podamos conseguir, ¡podemos hacer un cohete que nos lleve a la luna!", dijo Lucas con confianza.

"Necesitamos un plan", dijo Tomás, cada vez más entusiasmado. Así que se pusieron manos a la obra. Durante las siguientes semanas, buscaron en casas de amigos y familiares, recogieron cartones, botellas vacías y cualquier material que pudiera servir para su cohete.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, lograron construir su cohete. Era un poco torcido, pero para ellos era el cohete más maravilloso del mundo.

El día del lanzamiento llegó.

"¡Estamos listos!", gritó Lucas mientras miraba el cielo.

"¡Vamos a contar hasta tres y que despegue!", agregó Sofía, con su rostro lleno de emoción.

"Uno, dos, ¡tres!", gritaron los tres juntos.

Pusieron su cohete en el patio, y en un abrir y cerrar de ojos, ¡el cohete comenzó a 'despegar'! Por supuesto, no llegó más allá del techo de la casa, pero para Lucas y sus amigos, ¡ya era un gran logro!"¡Lo logramos!", exclamó Tomás.

"¡Sí! Ahora solo nos falta ir de verdad a la luna", soñó Lucas.

Pasaron los días, y a pesar de que nunca habían estado en el espacio, los tres amigos comenzaron a recibir correos fantásticos que exploradores espaciales les enviaban a modo de juego. Estos correos hablaban sobre una misteriosa criatura que habitaba en la luna y les desafiaban a buscarla.

"¿Qué tal si hacemos un viaje imaginario?", sugirió Sofía.

"¡Eso sería genial!", respondió Lucas.

Entonces, crearon un mapa espacial imaginario en el patio, llenaron botellas con agua y dibujaron estrellas en papel. En su mente estaban volando en un cohete real, mientras imaginaban los paisajes maravillosos de la luna.

En su fabulosa aventura en su cohete, Lucas, Sofía y Tomás aterrizaron en un paisaje lunar deslumbrante. La luna era un lugar lleno de polvo blanco y montañas. De pronto, escucharon un sonido extraño.

"¿Qué fue eso?", murmuró Tomás, mirando a sus amigos con curiosidad.

"¡Es un a!", dijo Lucas, apuntando hacia un pequeño ser que se acercaba. Era un pequeño alienígena, con grandes ojos redondos y una sonrisa amistosa.

"Hola, terrícolas!", saludó el a.

"¡Hola!", respondieron Lucas y sus amigos, llenos de asombro.

"Me llamo Luno. ¿Por qué han venido a la luna?", preguntó el a.

"Vinimos a buscarte! Hay leyendas sobre ti y queríamos conocerte", explicó Sofía emocionada.

"Yo también quería conocer a nuevos amigos. La luna puede ser solitaria a veces", dijo Luno, sonriendo.

Desde ese día, Luno se unió a Lucas, Sofía y Tomás en su viaje imaginario, y juntos exploraron las maravillas de la luna. Aprendieron sobre los cráteres, las estrellas y cómo cuidar el espacio para que siempre sea limpio y hermoso.

Al regresar a casa, Lucas y sus amigos comprendieron que aunque no eran astronautas de verdad, tener amigos y un sueño grande los llevó a vivir una aventura maravillosa.

"La verdadera aventura está en nuestra imaginación", reflexionó Lucas mientras miraba las estrellas en el cielo de su barrio.

Y con esa idea en sus corazones, los tres amigos continuaron soñando en grande, buscando aventuras en el espacio entre sus juegos y sueños, siempre dispuestos a aprender más sobre el universo.

Así, Lucas y sus amigos demostraron que los sueños, cuando se comparten, pueden llevarte a lugares increíbles.

FIN.

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