El Viaje a la Luna de Ratico
En un pequeño pueblo, había un ratoncito llamado Ratico. Desde que era muy chiquito, Ratico miraba al cielo estrellado desde su agujero en la pared y soñaba con viajar a la luna.
"Un día, voy a ir a la luna y ver todo desde arriba!" - decía Ratico emocionado.
Un día, mientras exploraba el granero, escuchó a unos pájaros conversando sobre una nave espacial que iba a despegar pronto. Ratico se puso muy contento.
"¡Eso es! Puedo construir mi propia nave y unirme a ellos!" - pensó.
Decidido, fue a buscar materiales. Encontró una caja de zapatos, unos hilos de seda, plumas y un montón de pequeños botones. Cansado pero emocionado, comenzó a armar su cohete.
Unos días después, Ratico invitó a todos sus amigos a la gran sorpresa.
"¡Miren lo que hice!" - exclamó, mostrándoles su cohete.
Sus amigos, aunque sorprendidos, se rieron.
"Pero Ratico, ¡no podés volar! Eres solo un ratón. No es posible ir a la luna" - dijo una ratoncita llamada Lila.
Ratico sintió un pequeño golpe en su corazón, pero no se dejó desanimar. En vez de eso, les dijo:
"Si no lo intento, nunca lo sabré. Solo necesito un plan y un poco de ayuda. ¡Vamos a hacerlo juntos!"
Sus amigos se miraron entre sí y decidieron ayudarlo. Lila, con su habilidad para atar nudos, se encargó de hacer el paracaídas. Tito, el ratón carpintero, ayudó a reforzar la estructura. Y así, cada uno aportó sus talentos.
Con el paso de las semanas, el cohete de Ratico comenzó a tomar forma. Un día, cuando finalmente estaba listo, organizaron una ceremonia de lanzamiento. Ratico estaba lleno de emoción.
"¡El gran día ha llegado!" - gritó Ratico mientras sus amigos lo vitoreaban.
Pero había un pequeño problema. Falta el combustible para que la nave despegue. Ratico y sus amigos se pusieron a pensar en qué podían usar.
"¡Ya sé!" - dijo Lila "Podemos juntar el aire que hay en los globos de la fiesta de cumpleaños de la señora Pina. ¡Eso servirá como combustible!"
Así que, unidos, fueron a la fiesta y recogieron todo el aire de los globos que pudieran. Finalmente, el cohete estaba listo para despegar, con el aire inflado como combustible.
Ratico se subió a su nave mientras todos lo miraban con admiración. Sabía que el viaje sería un reto, pero su corazón saltaba de alegría.~
"¡Nos vemos pronto!" - dijo mientras se aseguraba el cinturón.
Con un fuerte grito de alegría, Ratico comenzó a contar: "¡Tres, dos, uno, despegue!" Y, para asombro de todos, ¡el cohete despegó! Ratico subió por los cielos entre risas y gritos de sus amigos.
El viaje fue difícil, pero Ratico, con su determinación y valentía, logró llegar a la luna. Allí, había un hermoso paisaje lleno de estrellas y polvo de luna brillante.
"¡Lo logré!" - gritó Ratico emocionado.
Decidió hacer una pequeña caminata y dejar su huella en la luna. Al explorar, se encontró con un grupo de ratones lunares que nunca habían visto a otro ratón antes.
"¿Quién eres?" - preguntó uno de ellos.
"Soy Ratico, un ratón de la Tierra. Vine a explorar" - respondió.
Los ratones lunares estaban fascinados y lo invitaron a su hogar, donde compartieron historias de sus mundos y aprendieron unos de otros. Ratico comprendió que, aunque su casa era diferente, los sueños y la amistad no tienen fronteras.
Luego de un tiempo, Ratico decidió que era hora de volver a casa. Se despidió de sus nuevos amigos y, con el corazón lleno de felicidad, emprendió el viaje de regreso.
Cuando aterrizó, todos sus amigos lo esperaban ansiosos.
"¡Lo hiciste! ¡Fuiste a la luna!" - dijeron emocionados.
Ratico sonrió y les contó sobre su viaje y los amigos que había hecho. Desde ese día, sus amigos comprendieron que siempre hay que perseguir los sueños, sin importar cuán imposibles puedan parecer.
"Y recuerden, siempre que trabajemos juntos, ¡podemos lograrlo todo!" - dijo Ratico.
Así, el ratoncito que una vez soñó con viajar a la luna se convirtió en un héroe en su pueblo, inspirando a otros a alcanzar sus sueños, sin importar cuán lejanos puedan parecer.
FIN.