El Viaje a la Montaña de los Deseos


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, dos amigos inseparables: Tomás, un niño de 6 años con grandes sueños y valentía, y su mejor amigo Lucas, un travieso pero leal compañero de travesuras.

Un día, mientras jugaban en el bosque cercano, escucharon a los ancianos del pueblo hablar sobre la Montaña Mágica, un lugar legendario donde se decía que los deseos más profundos se volvían realidad.

Tomás emocionado le contó a Lucas sobre la montaña y juntos decidieron emprender una aventura para encontrarla. Equipados con sus mochilas llenas de provisiones y mucha energía, partieron al amanecer hacia lo desconocido.

El camino estaba lleno de desafíos: ríos que cruzar, montañas que escalar y criaturas extrañas que encontraron en el camino. Pero con ingenio y trabajo en equipo lograron superar cada obstáculo. Después de días de travesía agotadora pero emocionante, finalmente divisaron a lo lejos la imponente Montaña Mágica.

Brillaba con una luz dorada y emanaba una energía poderosa que los llenó de esperanza y emoción.

Al acercarse, fueron recibidos por un guardián amable quien les explicó que para hacer realidad sus deseos debían demostrar coraje y nobleza enfrentando tres pruebas: la prueba del valor, la prueba de la bondad y la prueba del sacrificio. "¿Están listos para comenzar su desafío?", preguntó el guardián con voz serena. "¡Sí!", respondieron Tomás y Lucas al unísono.

La primera prueba consistió en atravesar un puente colgante sobre un abismo profundo. A pesar del miedo inicial, Tomás tomó la mano de Lucas y juntos caminaron con paso firme hasta llegar al otro lado.

En la segunda prueba tuvieron que ayudar a una familia de pájaros heridos a construir un nido seguro antes de caer la noche. Con paciencia y cuidado lograron su cometido ganándose el canto alegre de las aves como recompensa.

Llegó el momento crucial: la tercera prueba requería dejar atrás algo muy querido como muestra de desprendimiento. Tomás miró a Lucas sabiendo qué debían hacer. Con lágrimas en los ojos dejaron allí uno de sus juguetes más preciados como ofrenda sincera.

De repente, la Montaña Mágica empezó a brillar aún más intensamente envolviéndolos en una luz cálida llena de magia. Sus corazones latían fuerte mientras veían cómo sus deseos se materializaban poco a poco ante sus ojos.

Tomás pidió tener siempre aventuras junto a su amigo Lucas; mientras que Lucas pidió poder traer alegría a todos los niños del mundo entero. La Montaña Mágica resonó con risas infantiles y destellos luminosos iluminando todo Villa Alegre con su magia benevolente.

Desde ese día Tomás y Lucas siguieron creciendo juntos compartiendo momentos inolvidables e inspirando a otros con su valentía e amistad verdadera. Y así demostraron que cuando se tiene fe en los propios sueños no hay límites para alcanzar lo imposible.

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